Pascal Quignard: «El origen de la danza» Cap. III 'Insultar y exultar'

15 de agosto de 2025



 



1. ¿Qué es un insulto? Insultar a alguien, insultare, es tirarlo al piso. Ser insultado, en Roma, es ser arrojado al suelo, golpeado a patadas. El ser insultado es disminuido en su tamaño, ha caído de su estado, es humillado en su identidad, es pisoteado por el conjunto del grupo. Es estar por el piso. Humilis, humilianus, humanus, son tres palabras que significan humillado, humano, ctónico. Un niño cae de la madre en el mundo. El desecho cae del continente. La mierda cae de las nalgas bajo el cuerpo del comilón que ha dejado el mundo uterino y que en adelante vive en el día donde está agachado y donde empuja fuera de sí, en cada día que vuelve con el alba, el animal o el pescado o el ave que devoró el día anterior. El ciruja cae del mundo social. El mendigo sentado en el suelo y que tiende la mano para la limosna define al desdichado que no se levanta de una “decadencia” (una "mala caída”, una mala suerte que se ha vuelto, con el correr de los días y en la superposición de las horas, como un destino). Es el que cae, que a la vez cae “mal” y que ya no “anda”. Se apoya contra el pilar de la iglesia. Se acuesta sobre el respiradero cerrado con candado encima del subterráneo que corre entre la oscuridad y los gritos. Es como el depresivo que se desploma sin cesar en su propio vértigo. Es como el adolescente que se tumba en todas partes, se estira, ya no quiere seguir creciendo, ya no quiere ser consciente de su metamorfosis, ya no quiere participar, se duerme en todos los sillones, ocupa todo el banco del tren, recogiendo sus rodillas, metiendo su mentón entre ellas, durmiendo en la extraña bolsa que procura crear a su alrededor. 

2. Corrida de los españoles, tourada de los portugueses

España. El toro arremete en la arena, agarra al hombre que lo enfrenta, sus cuernos puntean, aciertan, abaten, perforan el cuerpo de pronto tirado (insultatus) que pisotea (insultat). Es la corrida de los españoles. 

Portugal. Los hombres, cada uno avanzando con las manos en la cintura del que lo precede, forman un largo dragón que se ondula frente al toro inmóvil y nunca ejecutado. El hombre que se encuentra adelante salta con los pies juntos, se arroja en dirección a los dos cuernos del toro que agarra bien con sus manos, trata de hacerle poner una rodilla en tierra. Tal es el sentido del verbo exsultare: saltar en el aire con riesgo de morir (por así decir, ensartado voluntaria mente en los cuernos solares) de modo de poder bajar (insultare) la cabeza del toro (la cabeza alfa del alfabeto de los fenicios, la letra aleph del aleph y beth de los hebreos) hasta el suelo. Es la tourada de los portugueses. 

3. Las tres danzas fundamentales 

Un día, Joaquín, el marido de Santa Isabel, se quedó mudo. “Entonces, en ese momento, Santa Isabel sintió un estremecimiento en el fondo de su vientre que no podía hablar en voz alta.” 

Ese salto, ese sobresalto, ese estremecimiento que no tiene voz alta (que no tiene lengua hablada), que se manifiesta en silencio en el fondo del útero, es San Juan Bautista que danza. La vieja danza prenatal se basa en el viejo silencio prelingüístico. 

Vorágine escribe exactamente: In matris útero tripudiavit quem voce non potuit. (En el útero de la madre pataleó algo que no puede ser dicho por la voz. Aunque también: En el útero materno tuvo lugar la danza de tres pasos (la danza en tres momentos) de alguien que no tenía voz para poder hablar.) 

La tripudiado -dos tiempos y uno más- prepara la saltatio extra uterina. “Saillir” [“sobresalir”], anticipando el nacimiento, se recoge en “tressaillir” [“estremecerse”]. Antes del salto, el sobresalto. El sobresalto de las entrañas es sensible con la mano, claro que invisible al aire libre, solamente un tanto visible bajo la piel del vientre donde el cuerpo fetal se desplaza, o se da vuelta, antes del surgimiento. 

El tripudium define la danza perdida. La saltatio lo continúa. Y culmina en la insultatio natal. Un pequeño cuerpo contenido es expulsado por un gran cuerpo continente, y cae en la tierra. Proveniente del reino de Poseidón, cae en Gaia: es Anteo. Aborda lo que los antiguos romanos llamaban la “orilla de la luz”. Al término de ese viaje, llega al aire (donde lanza su grito que se vuelve aliento regular) y luego su cuerpo y sus cuatro miembros entran en contacto con la tierra como pueden (es la insultatio natal). 

Finalmente, un día sobreviene la exsultatio genital, que ocurre dos veces siete años más tarde entre los humanos, especie animal en la cual la sexualidad y la sensación voluptuosa son extraordinariamente tardías. Es la erectio. La erección produce la exaltación erótica y provoca los extraordinarios trances corporales que el deseo saca a la luz. 

Resulta así que hay tres danzas fundamentales: saltatio intra-uterina, insultatio natal, exsultatio genital.


Quignard, Pascal El origen de la danza / Pascal Quignard. - 1ᵃ ed . 
Buenos Aires, Interzona Editora, 2017. 208 p.; 21 x 13 cm. 
Traducción de Silvio Mattoni

Foto: Manuel Braun

0 comentarios:
Publicar un comentario


Tweets por @patriciadamiano


***

Archivo






  © Blogger templates Romantico by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP