Daniel Mourelle: «Cornisa»
25 de junio de 2024
un ojo menos el izquierdo
el dibujo dentado en las orejas
y la tranquilidad contagiosa
de compartir conmigo
el mismo banco esta ronda
el escribirnos
Te pregunto cada tarde si sabrás
cuidar lo que me reste
por allá en las hojas
a medias entre el tono de burla y la miseria
de un eco manoseado
Y te imagino en este mismo banco
acunado en movimiento
por entonces ya
perdido de mí
el más acorde a la mano
ésta a la que das
el don de acariciarte
Héctor Bianciotti: La muerte de Borges
14 de junio de 2024
T. S. Eliot: «Los hombres huecos» (bilingüe)
21 de mayo de 2024
El señó Kurtz — muerto
Un penique para el viejo Guy
I
Somos los hombres huecos
Somos los hombres rellenos
Inclinados juntos
Rellena de paja la cabeza. ¡Ay!
Nuestras voces desecadas, cuando
Susurramos juntos
Son silenciosas y sin sentido
Como el viento en el pasto seco
O las patas de ratas sobre el vidrio roto
De nuestro sótano seco
Figura sin forma, sombra sin color,
Fuerza paralizada, gesto sin movimiento;
Aquellos que han cruzado
Con mirada frontal hasta el otro Reino de la muerte
Nos recuerdan —si lo hacen— no como violentas
Almas perdidas, sino sólo
Como los hombres huecos
Los hombres rellenos.
II
Ojos que no me animo a enfrentar en sueños
En el reino de sueño de la muerte
Esos no aparecen:
Allí los ojos son
La luz del sol en una columna rota
Allí hay un árbol que se mece
Y las voces
En el canto del viento
Son más lejanas y solemnes
Que una estrella desvaneciente.
Que yo no me acerque más
En el reino de sueño de la muerte
Que use yo también
Esos disfraces deliberados
Piel de rata, piel de cuervo, palos cruzados
En un campo
Portándome como se porta el viento
No me acerque más —
No ese encuentro final
En el reino en penumbras
III
Esta es la tierra muerta
Esta es la tierra del cactus
Aquí se levantan las imágenes
de piedra, aquí reciben
La súplica de la mano de un muerto
Bajo el parpadeo de una estrella desvaneciente.
Es así
En el otro reino de la muerte
Despertando solos
A la hora en que estamos
Temblando de ternura
Labios que besarían
Forjan rezos para la piedra rota.
IV
Los ojos no están aquí
No hay ojos aquí
En este valle de estrellas murientes
En este valle hueco
Esta mandíbula rota de nuestros reinos perdidos
En este último de los lugares de encuentro
Vamos a tientas juntos
Y evitamos hablar
Reunidos en esta playa del río crecido
Ciegos, a menos
Que los ojos reaparezcan
Como la estrella perpetua
La rosa multifoliada
Del reino en penumbras de la muerte
La esperanza solamente
De hombres vacíos.
V
Aquí damos vueltas al nopal
Al nopal, al nopal
Aquí damos vueltas al nopal
A las cinco de la mañana.
Entre la idea
Y la realidad
Entre el movimiento
Y el acto
Cae la Sombra
Porque Tuyo es el Reino
Entre la concepción
Y la creación
Entre la emoción
Y la respuesta
Cae la Sombra
La vida es muy larga
Entre el deseo
Y el espasmo
Entre la potencia
Y la existencia
Entre la esencia
Y el descenso
Cae la Sombra
Porque Tuyo es el Reino
Porque Tuyo es
La vida es
Porque Tuyo es el
Así es como acaba el mundo
Así es como acaba el mundo
Así es como acaba el mundo
No con una explosión sino un gimoteo.
The Hollow Men
Mistah Kurtz—he dead
A penny for the Old Guy
I
We are the hollow men
We are the stuffed men
Leaning together
Headpiece filled with straw. Alas!
Our dried voices, when
We whisper together
Are quiet and meaningless
As wind in dry grass
Or rats’ feet over broken glass
In our dry cellar
Shape without form, shade without colour,
Paralysed force, gesture without motion;
Those who have crossed
With direct eyes, to death’s other Kingdom
Remember us —if at all— not as lost
Violent souls, but only
As the hollow men
The stuffed men.
II
Eyes I dare not meet in dreams
In death’s dream kingdom
These do not appear:
There, the eyes are
Sunlight on a broken column
There, is a tree swinging
And voices are
In the wind’s singing
More distant and more solemn
Than a fading star.
Let me be no nearer
In death’s dream kingdom
Let me also wear
Such deliberate disguises
Rat’s coat, crowskin, crossed staves
In a field
Behaving as the wind behaves
No nearer —
Not that final meeting
In the twilight kingdom
III
This is the dead land
This is cactus land
Here the stone images
Are raised, here they receive
The supplication of a dead man’s hand
Under the twinkle of a fading star.
Is it like this
In death’s other kingdom
Waking alone
At the hour when we are
Trembling with tenderness
Lips that would kiss
Form prayers to broken stone.
IV
The eyes are not here
There are no eyes here
In this valley of dying stars
In this hollow valley
This broken jaw of our lost kingdoms
In this last of meeting places
We grope together
And avoid speech
Gathered on this beach of the tumid river
Sightless, unless
The eyes reappear
As the perpetual star
Multifoliate rose
Of death’s twilight kingdom
The hope only
Of empty men.
V
Here we go round the prickly pear
Prickly pear prickly pear
Here we go round the prickly pear
At five o’clock in the morning.
Between the idea
And the reality
Between the motion
And the act
Falls the Shadow
Between the conception
And the creation
Between the emotion
And the response
Falls the Shadow
Between the desire
And the spasm
Between the potency
And the existence
Between the essence
And the descent
Falls the Shadow
For Thine is
Life is
For Thine is the
This is the way the world ends
This is the way the world ends
This is the way the world ends
Not with a bang but a whimper.
En audio, un fragmento en la voz de Marlon Brando (Apocalipsis Now)
subtitulado según esta versión de Gerardo Gambolini en El cameo del poeta
Alejandra Correa: «El deshielo»
12 de abril de 2024
2 de marzo
El espacio de esta despedida no quiere abrirse:
implosiona.
5 de marzo
Ni muerto ni ido.
La nieve se derritió en torno tuyo.
Ahí estabas como un carozo desnudo.
Dijiste: te amo.
Quise creerte.
Con toda la esperanza de este mundo, quise creerte.
9 de marzo
¿Por dónde empieza el deshielo?
¿El agua sucede de afuera hacia adentro por el calor del sol?
¿0 es el corazón el que empieza a aflojar su frío
porque hay una palabra que lo devuelve a la zona franca?
¿Es el agua del deshielo la sombra líquida de la nieve?
¿Tiene memoria de hacia dónde se dirige?
¿Inaugura algo?
10 de marzo
¿Por dónde fuga el amor?
¿Es desde los pies, a nivel de una raíz que se desprende y se hace
arabesco en el viento?
¿Es desde las horas muertas?
¿Desde un futuro que se percibe como desierto?
¿Sucede a nivel de la memoria que se dispone a narrar un cuento
en otra lengua, ajena, descentrada, loca?
¿Será verdad que se va desde su sitio mítico: el corazón?
¿O se desprende del cuerpo como un vapor de agua, deja la sangre,
la médula ósea, cada nervadura?
¿O el extraño fenómeno sucede cuando cada quien extrae las
semillas que fueron arrojadas a la tierra desde otro tiempo?
¿Se termina el amor?
12 de marzo
Alguien intenta señalarme el camino.
Veo su mano suspendida en el aire y una dirección que no
—La salida es ésa, dice.
¿Busco la salida?
¿Busco quedarme quieta?
¿O envejecer?
¿O morir temprana?
¿O correr en dirección contraria?
¿O dejar que todo gire a mi alrededor y yo quieta
hermosa y muda como una flor de carne?
13 de marzo
Ahí estaba yo.
Entre la mañana y el remanso.
Te espero, dije.
Quisiste creerme.
Con toda la esperanza del mundo,
quisiste creerme.
14 de marzo
Dicen los que saben
que luego de una temporada de
incertidumbre
cuando uno se acostumbra al temblor
se ven con claridad
los bordes del deseo.
17 de marzo
Estoy en ese punto en que soy toda con vos y soy toda sin vos.
Aunque posiblemente ninguna de ambas cosas sea cierta.
20 de marzo
En el deshielo afloran –duro sobre blando–:
la madera del árbol y las hojas negras
el color en su espíritu diverso
la áspera superficie de las cosas.
El deshielo es desbaratamiento y verdad.
Me pregunto si podré con ellos.
21 de marzo
Si solo se tratara de atemperar
esa costumbre de subir colinas
de plantar banderas
en la cresta de una ola propia
inventada
para que la vida sea continuo progreso
hacia un punto que fuga.
De sentarse a mirar todo lo hecho
y lo deshecho
con piedad y gratitud
de abrazarse como se abraza
todo lo que se amó alguna vez
y tiene la bondad de entibiar la sangre
y dar asilo.
Si solo se tratara de ver pasar el río
las nubes
las estrellas boca arriba
el viento entre las hojas de aquel olmo
para cobijarse en este mundo áspero
latiendo al ritmo de la danza de una medusa
con la certeza de que todo se termina
y celebrarlo.
"El deshielo" pertenece a La nieve
Primera edición © 2023 | Alejandra Correa
Diseño y maquetación: Marina Baudracco
© La Gran Nilson Editora Buenos Aires - Argentina Enero, 2023
Kjell Askildsen, «El clavo en el cerezo»
8 de abril de 2024
En Un vasto y desierto paisaje
Título Original: Et stort øde landskap
Traductor: Lorenzo Torres, Asunción & Baggethun, Kirsti
©1991, Askildsen, Kjell
©2001, Ediciones Lengua de Trapo
Colección: Otras lenguas, 11
Jon Fosse: Trilogía (in fine)
25 de enero de 2024
(...)
Jorge Luis Borges y Roberto Alifano: Borges, el jugador [conversación]
21 de enero de 2024
RA —¿Alguna vez usted me contó que jugaba a la ruleta, también? —vuelvo a preguntar.
RA —¿En qué consistía, Borges?
JLB —Yo anotaba los pares y los impares de, digamos, diez o doce bolillas, en el exacto orden en que iban saliendo; los anotaba y luego trazaba una línea, los unía y formaba una simetría. Una vez logrado esto, yo los seguí y, algunas veces, me dio buen resultado.
RA —¿Con ese procedimiento esperaba salir de pobre?
JLB —No, no. Yo lo hacía para entretenerme, para demostrarme a mí mismo que podía ganar con ese método; pero no por codicia. No, digamos, al estilo Dostoievski, que lo hacía de una manera casi enfermiza. Yo tenía en claro que nadie gana a la ruleta y lo hacía con un interés que, bueno, podemos llamar placer intelectual.
RA —¿Llegó a perder dinero con su sistema?
JLB —La mayoría de las veces sí. Gané otras, pero cuando perdía, perdía lo que ganaba y el capital invertido también. De manera que nunca me fue bien en el juego. Luego yo pensé en inventar un sistema de juego en el que no se ganara ni se perdiera nunca. La gente juega, en la mayoría de los casos, porque está desesperada, porque debe dinero o porque quiere dejar de ser pobre. Y luego viene la humillación de perder, la humillación que perdiendo en el juego puede llegar a ser trágica. Sin embargo, usted ve cómo se fomenta el juego, y eso lo hacen hasta los gobiernos; a mí me parece una inmoralidad… Yrigoyen fue el presidente más íntegro en ese sentido. Él quería cerrar el Jockey Club y el casino de Mar del Plata, pero no tuvo éxito. Tampoco llegó a pisar el hipódromo, y cuando lo invitaron a una carrera donde se corría un Gran Premio, él se ofendió y les contestó con una carta muy severa. ¡Cómo lo iban a invitar al Presidente de la República a concurrir a un sitio donde se jugaba por dinero! Él lo sintió como una ofensa, y yo creo que tenía razón, ya que el juego es un vicio, una cuestión de azar donde no hay esfuerzo personal.
RA —También a la lotería jugó durante un largo tiempo. Borges entrecierra los ojos y concluye nostálgico:
JLB —Sí, yo seguí por años, cuando trabajaba en la biblioteca de Almagro, un número de lotería. Ahora, fíjese cómo en el azar la suerte siempre me fue esquiva. Cuando dejé de trabajar en la biblioteca, dejé también de comprar el billete, y a los pocos días salió premiado con la grande.
Gerardo Lewin: Plegaria ineficaz
17 de enero de 2024
I
Ahora todos acuden en tropel
para ofrendar poemas
al baal de la peste:
su rostro es de mujer,
su cuerpo de avispa hiede
y sus templarios degradados,
con desagrado sacro
humos inhalan de sus fauces.
Ya todo exige la absoluta muerte.
Comienzan a asomarse a las ventanas
las caras niñas que buscan la salida.
Voy, mientras escucho un ruego
a una divinidad perdida entre retretes...
II
Nada se dice ahora del dolor,
del dolor persistente,
de la oscura mordida que no cede,
del malo inquebrantable,
de ese profundo anuncio,
de lo que en ti desobedece
y nunca calla, lo que roe
y no ceja y siempre habla,
de la garganta ronca
que murmura y sufre,
odia y busca terminar
con cuanto se interponga,
del topo ciego, terco,
monosilábico,
de lo que muere
por negarse a morir.
Incluido en Altuntún, su último poemario aún inédito