Patricia Damiano - Texto incesante

19 de abril de 2007










Vigilia

admito la ficción
he buscado un fruto púrpura
secular

he sobrevivido al desconcierto de tu plaza

la tiniebla no lo sabe
ámbar ojos perdidos en la torre los pájaros
cuando de un precario borde ha partido la nave de Ulises
hube urdimbre siempre por lo distinto
y en la oscuridad otra la trama
perpetua

en la alcoba el gato espía el veneno
los demonios persiguen a la virtuosa
corceles acuden

de este mundo verde un fragmento
la noche única de los tréboles
mientras un hombre indaga mi lloro varado en el mar

ya el viento del norte sobre él
la tempestad cae
sobre los mortales que no trenzarán mi cabello
altivo en la vigilia




Abolengo


I

la paria ronda la propia
torre
deriva de esa nube
sigilosa
que todo dijo
y nada

elige un atajo

extranjera
y olvida


II

la paria
de ronda luna
ronda y busca
la otra casta

de ronda luna y estirpe
la torre se enciende


III

la paria
oculta su ronda
la mentira frágil

único tesoro




Inventario

una blasfemia a cualquier hora
una ronda cuando amanece
un breve adiós a la filosofía, un reencuentro en el borde próximo
una pesadilla, el vástago, el catecismo
un seductor cuando Hamlet
una sequía si te has ido
una sequía si me voy
un diamante en la alcantarilla
el deseo
otro umbral
una lástima de padre muerto
una aguja para mi sien



El invitado

que no era la rubia ni mis ojos celestes
supe

y del odio
y del pájaro supe sabíamos

en el balcón
su guitarra ausente, la ausente insidia, la muralla
enferma

y al Este
la jaula
su misa, el sol mío
vertical la túnica
ofrenda
sin voz el réquiem

barrio que fuiste, buenos aires
era
si el candor
árbol de juguete

alter town



Antes de las mieses

la yema del universo
soles arcaicos

expansión en tu ritmo

burbujas umbrías el instante del lugar no lugar esta farsa
trama en la hiedra de mi mano
verde pez si procuro el sigilo

el ansia

escucha la piel y arde
rojo y hez y angélica
sonrisa

abrázate de mí, dijo el dolor, el de las otras, la mía, tu dolor

y el salto, amarilla salté quise caer quise

el pasaje
residuo antes del feroz abolengo
una
forma
de
pérdida y perdida runa
el cuerpo que éramos
y ya no lloraré
aunque

arcano
fragmento
espada que hundo en la luna
juguemos con blancas
fuimos la reina
y rey
y alfil idiota
el tablero apurado el idiota juego

bajo la túnica un hilo de oro corroe el tobillo enfermo
mueven negras
y acá
destella la tiara inmerecida

no conocías mi signo

diadema maldita cruz de laureles
una horca
la pira el fuego que no tuvimos
la pira
la encendida criatura que no ombligo
la pira la beata pira
que
hubimos
antes de las mieses

a C. D. Escudero


Lot


Peregrino
en tu hora
mi hora
la que fue
tu ahogo, mi presa
en la inocente
fronda

He de partir: todo ha sido
la hembra
cautiva
roja
que dijo sin decir
la sal




Natividad de mi hermano


el mutismo
el autista
la rabia
todas las promesas
la palabra que nunca dijo
ni dice


es la navidad
la natividad de mi hermano
el árbol que renace con sus muñequitos
la
piel cancerosa
el lirio ausente

jueguen los dioses al deleite
celebren
la noche pagana
mientras
inventamos un fresno druida
que apacigüe
esta túnica
final

tu espanto
la crisálida
el enorme cielo encendido
que nos desconoce



La playa

Las serpientes iluminan el río, sobre tu costado verde y en el centro.
Un caballo salta al espacio para que domine su sueño amarillo.

Hay un gato cerca de la leña
para conocerte
y un caballo muriendo solo, en la playa.

Y luego
existe
esa fatal rueda: caballo y pez y luz marina
y el caballo y la leña
y un gato
y el sueño amarillo en el borde del agua
roja.



Travesía

se abrió el horizonte
y la noche cayó como un buey muerto

y entonces soy el buey
arañando las nubes de mercurio en brutal regreso a la mitad de mi norte
a su mitad expuesta a la carcoma

soy el buey
no el durazno
no el grito que expandía las galaxias

soy la aceptación de todos los designios
no la que fui en el primer sueño

soy la que seré, buey muerto y piedra

acepto la caída
tras el muro
pero conmigo llevo tu horizonte de travesía griega



El trébol polvoriento de las horas perdidas


cuando
la
tarde
me
suspende
reescribo
los silencios
que
con el sol
dibujan
la horca

horca final
sabés
hermano
el dibujo de todas las noches
si el infierno no es navegable

un resplandor es sospecha
flores rojas, tu sepulto
costilla quebrada

y si la pupila es boca, fraterna idiosincrasia, es o era, qué importa
una manzana

huiremos por el infinito cadalso
compramos cerrojos
para la torre
no la de Segismundo
sí la del trébol
polvoriento
de las horas
perdidas
cáscara
carcoma
rapiña
esfinge
carcoma en el ombligo del tedio, el tedio del mundo
cáscara
rapiña
un universo todos

decime de qué mierda estoy hablando

amigo mío



los pájaros muertos

tantas veces dije quiero vivir
morir
morirte, ahora, cuando todo es
que me mueras, dije, ahora, vivirte cuando es todo férula
que me mueras, dije, llena de diamantes
llena de méritos
tuve tu sal, tengo
sal quiero
vamos a por tu salto
todavía
toda vida

sos lo que quise quiero querré habitar
el relámpago

la sed
llenos de mérito

la pasión única
su actualidad, el pájaro que amanece

tu bosque
mi lloro para los pájaros muertos




Europa


Escribir el sueño de Ahab, soy el blanco. Leer la carta, escondida en un recinto, fragmentada. Escuchar la canción cuando la noche me separa de lo obvio.
Ayax.
Héctor.
Aquiles, cuando la ira.
Las doradas grebas.
Helena, traidora. Prometeo perdonado y Eva exiliada.
Ifigenia, sola en la pira.
Sor Juana, cantando su carne. El Cristo, ignorante, yo te saludo María.
Zeus, su mal gusto. Padre, pater, patricia.

Y Danae supo de mi fuga, de mis fugas, de la turbación.

Volví a Diógenes Laercio. No sé para qué. Nunca se sabe para qué, y vos que pensabas enamorarte de mí, tan renacentista yo, tan mísera.

Acá estoy, con un cesto de laurel en los brazos y esta iniquidad.




A las tres de toda noche

he visto la plaza donde
mordías mi talón

has visto todo
te he mirado

una pequeña fracción del caos
tu hemisferio

luego esta herrumbre de no saber casi todo
la pregunta que no se expone
impudicia a las tres de toda noche
si llamo por agua
por mis aguas
por tu arena criatura

dije, tarde, tu arena criatura
a las tres de toda noche
si bálsamo
si brasa
el volumen de tu letra, una víscera
cautiva
que
a veces sé
relámpago
guerra criatura, los saltos
de tu luz
arena cuando los pájaros

bestia a las tres




El olor del dolor ido

Es a vos a quien miro
No me digas tu nombre

Prefiero el sol de la siesta
cuando yacías
césped
olor del dolor ido

del humor
del pan
de la mano en mi mano de nuez
la llama
que
abortó esa tarde

cuando volvíamos
del agua
de noches antiguas
de tu noche
de tu olor a sueño

Prefiero el olor de la siesta
el olor del dolor ido, mi pelo tan suelto

que se diría
terminal



animal

animal, a nuestros ojos
olor de madrugada, si era el cuchillo
pájaro que desnudó ser tu desorden
la has visto casta
y
con su túnica
ellas decían el silencio de la serpiente
si descalzas
esa noche, en la tierra, la sangre
vamos, hermanas sólo un pacto
es
la bitácora
la sola clave
que nunca sabrás
ni diré
no
diré
no
ya

la copa que consagramos
ofrenda salvaje
el pájaro que nos trina
la hez
de
la hez
de la hez
de otra madrugada



Aldebarán, a la medianoche

Alguien escribió por error la sentencia:
la noche acantilada
la música
lo que no nace

Si regreso
he de vestir el luto de la montaña
tu forma del amor y de la muerte
una resistencia que te abarca
y no abarca
y es la verde montaña
que visto de luto, que vestiré de luto verde
cuando regrese a la noche acantilada
a la música
a lo que claudica.

Y si no regreso al sol tuya será la torre,
otra sentencia:
una suite para cello que azula este costado
esa mano en la montaña verde del luto

lacrimosa
cuando la tarde no claudica

Lo que no nace, si cuello sin norte, tras el luto
te sabe



La pasión que no dice

las explicaciones de las explicaciones de las explicaciones no dan en el centro de la intención
juguemos de acá en más a ser más tenues
sólo tenues en la caída

qué decís y qué no decís cuando ya has dicho
cuando ya hemos dicho
cuando la perspectiva le ha ganado a la especie/versión/almíbar que no debe decirse
a la pequeña pasión que no debe decirse
a la gran pasión que no se dice porque la regla lo prohíbe

juguemos otra vez
la sola intención no merece
la intención dice que somos risibles y no somos risibles –y de verdad somos, amigo-
que si sentencio inocente me decapitarán, oh, deus, oh esquina ínclita, oh especial abrazo, oh arena

hemos fracasado, ilustremente
fracasamos
con todos nuestros títulos
si hemos dicho creo en o no creo en o ellos son malos o ellos son buenos
la
vida
en
la esquina
es
impoluta
es, sabemos
a-política
a-religiosa
a-todo, la no vida
por eso, amigo, chacal sin exterminio,
sos lo que sos o creés que sos
y yo
sólo
un
pequeñito
escombro
lleno de diamantes
de
otra
vida
de
esta
otra vida

que
dice
ser
pat



Texto incesante

del color insomne
dije
no nos pertenece

hilo de oro, el tobillo blanco, la túnica que desconozco
tu ojiva
criatura
los leopardos que mueren en la llanura

has visto
cuando la hiedra se enamora del cielo
y queríamos el cielo
y la hiedra
dijo
que no existimos

tocame el pelo
y la cintura
enamorada del muro

los pájaros
que nos dicen
no
nunca
jamás nuestra mesa
el vino
la concesión
el texto incesante


Imagen: Nelson Olivera




1 comentarios:
El Toro de Barro editorial 30 de agosto de 2007, 9:27 a.m.  

Me gustaría editar en mi espacio algunos poemas tuyos. Tómalo como una vindicación. Y también como un acto de fe. Aunque puedes tomarlo como un placer privado, o una reconciliación con lo que quise y no supe decir.
Carlos

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