Patricia Damiano - Palimpsesto
15 de abril de 2007
Contienda
ahora es cuando te crecen los muertos
quién conduce los caballos
tal vez un chacal que fragmenta la pasión de octubre
hubo una contienda inútil
el casco de Odín o Termópilas trescientos escudos
el estruendo que una esfinge acalla
el Mediterráneo esperando a Enkidu
vana arena
adonde llevarme
vos, a la medianoche, los viernes la luz
La cuerda infinita
juegue la vida, reconozcamos la traición originaria
las lanzas trepan, escarabajos azules
la tensión que amanece, Tiamat
La hoz
todo cabe en esta pequeña hoz
ahora
el aire
es un responso de pájaros hambrientos
Prometeo
El fuego divide la noche
La noche
Absconditus Deus
Ajedrez, II
Si no consigo la noche, quiero la cacería que ya te pertenece.
Quiero mi presa única sobre el tablero.
Luego
por el genio
comenzará la rapiña.
Urdimbre
Te abro
larvas sólidas púas fiebre lunas que no ves.
Yo tengo el balcón a la noche.
Abro una fronda
para que ciñas la sangre
de espejos.
Urdo tempestades,
suplico.
Las armas
Frente a mi tienda, más acá de la batalla, todas las espadas aguardan a que la noche desista.
Pero la noche no desiste. Soy la noche y velo sus armas.
145
Un sentido, en el que vos y yo, pasos de insecto sobre la superficie del agua.
A escudo piel esgrime la palabra.
Dafne
La medida luna cercena tu sombra bajo su cuerpo. Ella gime una profecía en tu garganta.
Le dirás que hay prisa en la boca del universo,en mi boca. Y que lo cercano se aleja de la piel quieta. Laurel fui y aún en el crepúsculo ella reconoce mi voz en tus dedos.
Vuela el calor insomne y después llego, agua, a tus aguas.
Hybris
para comprender el furor, para que alcance el escarabajo azul, el furor para claudicar y no claudicar, el quebranto de una mariposa, un filo sibilando bajo los cielos, el trigal, el furor para decirnos que hemos fallado, el réquiem en playa kochel, el furor para volver a la tierra y que importe, el signo heroico del muro cuando arranqué las madreselvas, el ajedrez hasta la última partida torre contra caballo, occidente y no, no occidente, el furor, las pieles y el transfer y el poema secreto, el terreno vedado, la luz al final de las migajas, la sospecha de cada palabra, su inutilidad, el furor
Ritual
no quiero conocerte más, escribiste con añil en el séptimo ladrillo
a la derecha del muro
no quiero conocerte más, dibujé en el espejo
y nos fuimos,
siete eternidades antes de que el K.317 se hiciera pedazos
precisa salvación idiota:
sea una lanza en el centro mismo de la tarde
el ritual cerrado
En bastardillas, Isaías Garde
Elfo
No protegeré el campo ajeno. Desvestiré sus cosechas, el fruto del ahorcado. Sabes, no importa ni la tierra ni tu resistencia ni la mandrágora. Tal vez la arqueología luego diga de nosotros que hemos sido el estrépito a deshora. Algo así como un elfo tutelar, el murmullo que desdice la anarquía, la soledad de una rama de olivo.
Estoy construyendo tu verano para el mes más cruel.
Estoy construyendo tu verano para el mes más cruel.
Aria
Me despido; creo que un anatomista salvará la lluvia en estos cuencos. No la mirada;
pertenece al silencio. Es el espacio entre los dedos para la copa de ámbar.
Soy ese pacto sanguíneo pero jamás, jamás tendré el cuerpo y una pluma para firmar.
He fallado.
El rey y su cadáver
Un rumor en el infierno. Somos el paso en la senda, guijarro. Piedrecilla a piedrecilla, Gretel. Pidiendo clemencia al ogro permanece Hansel. Dulce navidad, un chocolate. Cambiemos de cuento: El rey y el cadáver.
La sandalia de bronce que Hécate calza. De bronce tu rostro, en las pequeñas miserias, como una estatua que yace en el Louvre.
A contranavidad
Hace un instante, sólo una fracción de la historia mendiga; sólo un segundo hace que ha muerto el salvador. Todos supimos que no existía. Pero hubo uno, y lo he perdido.
Podría escribir como un samurai esta noche, cuando ha partido de mí una barca sin rumbo.
La espada junto al lecho.
La cruz que mi cabello a veces oculta.
Macbeth
No seas mi dios, alábame. Sostiene este anillo que sibila como un verso en la noche de Escocia, cuando el hechizo. Un inquisidor llamará a la puerta, invento un cerrojo. La torre.
Alábame, soy mortal y conozco al impío. No hay partida que concluya de una vez. Las serpientes no han podido.
La tragedia es la culpa. Esta mañana es la tragedia.
Alguien está muriendo y sabe.
Factor insidia
Horizontal me nombra una rata. No libaremos juntos, delgada sierpe, el ámbar de la natividad. Dicen sin decir las hebras. Burla, amigo. La burla es el arca nunca ocluida si el transfer.
Donde habitemos, el muro es verde.
No.
No es verde.
Sacking box
te bautizo, te dibujo, te digo sack, te construyo universomundo, te enveneno me enveneno, factor adánico de los imperios, fosco jardín de voces
El veneno
Hoy, sólo el unicornio de una tarde de sueño, un tósigo con el sabor disperso de la madera, del viento, quizás un sable; ya todo se alberga en el brillo del sol, en la cruz que los cuerpos imaginan cada noche.
En la sangre que no se sabe si ha sido bueno derramar.
Baruj
He venido a celebrar la prisa, a oír el galope. Me he vestido de rapiña para que sepas de qué hablo.
Iré a conjurar la magia, toro de lidia herido e hiriente. Habré dormido en el deseo para entonces.
Sola y tarde supe, tan tarde, supe que yacías el miedo y yo tan lejos, tan cierta traición.
Y entonces llegué, silencio; cautiva sin vacilar, tan cerca como para tocar en una, tu muerte mi muerte.
Cíclope
Te atravesé en el único ojo, caíste hincado, calcé mis sandalias y crucé.
A mis lados, fluías oscuramente.
Alcé la túnica hasta las rodillas y corrí a modo de despedida.
Fue sólo eso.
La fauna
te devora, me devora en el jardín donde éramos, en cuál de las cavernas el salto a ras de tus murallas, construir la salida para el monstruo que nos debimos, imaginarte fiel a la tempestad, Próspero de noche, Ariel si amanece, un dardo para que bebas.
Espejo
Entrar a la muerte con los ojos abiertos, un privilegio que debemos merecer como Adriano.
Insisto en la mirada sobre mi espejo, encantador de serpientes.
Variaciones del aire
Los puntos de reposo de tu mirada física.
Esto, que fue presente. Nunca voy a decirlo para vos. Esta noche.
¿Me quitarías los cristales de esta noche con el mínimo dolor? ¿Volarías sobre el tablero, rey voraz, alfil sin deriva, torre contra caballo?
Debe saberse. No sólo el demiurgo sonríe. Nos termina, cuando quiere.
Homenaje
Reconozco el silencio y el estrépito. La danza y el caldero con que las hechiceras en diciembre enmendaron un destino.
Me diste el hueso de la duda. Roeré, al pie del cerro; permaneceremos en el barro de olor reconocible. Esa mínima alcurnia del saludo en la mañana, cuando todos callan, cuando ya es todo tan inasible como una mano rupestre, tan permanente como la piedra que cae en el espacio y nos transforma.
Todo es el pliegue de una cintura y de los planetas. Todo, padre, es tu ceremonia.
Melville
llueve, muerte, y calcina el arado
voy por el sendero, saben que devastaría el primer fruto, ustedes me conocen
tengo ese sabor del átomo
y el aire
de la alcantarilla
todo cabe en esta pequeña hoz
ve por mí
los navíos se acercan, sus cubiertas te expulsarán
al océano
donde Ahab
Devolución
Te tuve a la intemperie, y no hubo coraje.
Mi padre, junco, desdibujó su apellido.
Lo nombraste otro y apareció, tarde, cuando te ibas
en el espejo