Pascal Quignard: Plutarco [Butes, Capítulo II]

8 de abril de 2017


Cuando, en Plutarco LXX 6, Catón quiere preparar su alma para darse la muerte, comienza por enviar a Butas, su secretario, al borde del mar; luego pide a sus esclavos y a sus oficiales que se vayan; busca entre los volúmenes que hay en su equipaje; quiere escoger un último libro para pasar lo más agradablemente posible su última noche.
Escoge un libro griego.
Consagra lo esencial de su noche a releer el Fedón.
Lee una vez, dos veces, tres veces.
De pronto, crecido por lo que ha leído, decide morir en el acto reproduciendo el ejemplo ateniense con el que ha impregnado su alma, busca su espada. Busca su espada pero no la encuentra. Esto es lo que escribe Plutarco: Catón buscó su espada pero ya no estaba colgada sobre su cama. Llamó a los suyos que le dijeron que se la habían quitado porque temían que se matara. Catón dio un puñetazo a uno de ellos porque no quería devolvérsela. Su mano se ensangrentó enseguida. El hombre perdió el sentido y cayó. Catón no pudo evitar gritar de dolor cuando se hirió la mano. Todos corrieron. Le trajeron su espada. Le dijo a Demetrio: «¿Por qué no me habéis atado las manos a la espalda?» Entonces Demetrio se fue llorando. Pero Catón no perdió el tiempo; desenvainó la espada; verificó el filo; examinó su punta; pero los dedos que acababa de herirse le dolían y estaban demasiado débiles para sostener el peso de la espada; entonces dejó la espada sobre la cama y llamó a un médico para que le vendara los dedos ensangrentados. Una vez hecho, el médico salió y Catón se estiró en la cama y volvió a ponerse a leer. Entonces oyó cantar a los pájaros. Butas regresó y le dijo que todo estaba en calma en los puertos. Catón le abrazó, le rogó que cerrara la puerta y se hundió la espada en el pecho.
*
Palabra por palabra: Ya los pájaros cantaban. Ἤδη δ’ ὄρνιθες ᾖδον.
Los pájaros comienzan a cantar, la muerte surge, deja el libro.
Es el tiempo natural que vuelve de pronto en el mundo filosófico.
Es el tiempo de la tierra que salta en el tiempo del mundo.
La melodía animal hace que se despliegue de repente, en el interior de la psique virtuosa del último republicano de Roma, todo el lenguaje escrito por Platón para evocar la muerte de Sócrates en Atenas. Catón abandona el griego. Es dos veces libre. Se reúne con la naturaleza por la muerte a partir de una llamada que proviene de la naturaleza.
*
Los pájaros cantan. Catón se abre el vientre con la ayuda de su espada.
*
Pero el relato de Plutarco no acaba aquí porque la mano vendada de Catón es demasiado débil para hundir la hoja hasta que alcance el corazón y lo atraviese. Sus entrañas caen al suelo; las recogen; se las introducen de nuevo; tratan de coser su vientre. Catón se da cuenta de lo que los suyos intentan hacer. Con las dos manos desgarra de nuevo la piel de su vientre. Palabra por palabra τò τραῦμα ἐπαναρρήξας άπέθανεν: la herida volviendo a desgarrar, murió. Los pájaros cantan cada vez más fuerte. El sol se eleva progresivamente en el cielo.





Pascal Quignard: Butes Capítulo II
Título original: Butes
Pascal Quignard, 2011
Traducción: Miguel Morey
Traducción: Carmen Pardo

Foto: PQ por Hannah Assouline París 2002


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