Pascal Quignard: Nagasena y el rey Menandro
10 de noviembre de 2015
El Milindapahna fue redactado en pali.
Relata la expedición militar que el rey griego Menandro realizó en el Alto
Ganges en – 122. Incrementa, adorna, mejora un diálogo que realmente tuvo lugar
entre el monje Nagasena y el rey Milinda durante la conquista del Panjab.
Milinda traduce el nombre de Menandro. El jefe de la expedición de los griegos
de Bactriana se dirigió al templo de Sankheya acompañado solamente por su
lugarteniente Demetrio. Nagasena ya estaba allí, sentado, rodeado de ochenta
mil monjes budistas. El rey Menandro se vanagloriaba hasta ese día de haber
logrado refutar a todos los sofistas que se le habían enfrentado en todas las
regiones de la India que había conquistado. “El pensamiento de los griegos,
decía, es el más audaz del mundo conocido. Incluso los romanos, cuando nos
derrotaron, reconocieron su superioridad. Por tal motivo mandaron a sus hijos a
Atenas y a Alejandría para que les fuera enseñado.”
Y por
tal motivo, con arrogancia, Milinda (Menandro) al llegar al templo de Sankheya
le susurró al oído de su oficial Devamantiya (Demetrio):
–Este
sofista, ¿será capaz de discutir conmigo?
Luego,
considerando a los 80000 monjes que rodeaban al reverendo Nagasena, el rey de
los griegos añadió:
–¿Qué
multitud es esta que nos presiona? El pensamiento no es una opinión. Un solo
pensamiento puede ser verdadero contra 80000 opiniones que concuerdan.
Pero
Demetrio le respondió:
–Señor,
no es una multitud que piensa. Son discípulos que aprenden.
Entonces,
de pronto, por primera vez en su existencia, el rey de los griegos sintió que
algo empezaba a estremecerse en el interior de su cráneo. Así reza el texto
pali: “Como un elefante rodeado por rinocerontes, como un naya rodeado por
garudas, como un chacal por boas, como un oso por búfalos, como una rana por
una serpiente, como una serpiente por un encantador de serpientes, como un
demonio por un exorcista, como una gacela por las garras de un tigre, como una
rata bajo las uñas retráctiles de un gato, como la luna presa en la boca de
Rahu, como un pájaro que choca con los barrotes de una jaula, como un pez que
se topa con las mallas de una red, como un hombre que entra en el bosque,
asustado, alarmado, perplejo, ansioso, toda la carne de su cerebro empezó a
bullir en el interior del hueso de su cráneo, y el alma de Menandro pensó que
era posible que ese sofista triunfara sobre el rey de los griegos antes del
final del día”.
Pascal Quignard
En Morir por pensar, Cap. IV
Ultimo Reino IX
Trad. Silvio Mattoni
Buenos Aires, Cuenco de Plata, 2014
Foto: PQ hasta ahora sin atribución de autor y fecha Vía