Pascal Quignard: Apuleyo
7 de junio de 2015
Apuleyo
es un genio. Mejor dicho: es el genio del genius. Es el autor de una de las
cuatro obras maestras universales dentro del género de la novela, tan obsceno y
tan poco antropomórfico. La pasión de la vida de Apuleyo fue la curiositas, una
curiositas ya medieval, ya enciclopédica. Decía que nada era imposible para su
vista y para sus deseos. En latín: Ego nihil impossibile arbitror. El tema de
los once libros de las Metamorfosis
de Apuleyo es el siguiente: un hombre a quien el deseo transforma en animal
quiere volver a ser humano.
Para
decirlo en griego, a una theriomorfosis que constituye el destino de todos le
sucede una interminable antropomorfosis que no termina nunca.
Son los dos mundos que nunca se intercambian. Los
dos reinos de la experiencia de las mujeres y de los hombres.
Es la
tarea o la ilusión de nuestra vida intentar pasar de uno al otro.
En el
centro de esa novela, Apuleyo introdujo el cuento de Psique y Eros. La psique
escucha “cierta voz sin cuerpo”. Entonces la psique acerca una lámpara de
aceite para descubrir el cuerpo de la fiera que la ha sometido –el extraño
“monstruo” de su deseo. El alma aproxima la luz de su propia noche, y una gota
de aceite caliente cae sobre el hombro desnudo del daimon. Esa gota se transforma
en ala. El daimon Eros convertido en pájaro se posa enseguida sobre la rama de
un ciprés frente a la ventana de la pieza donde el alma había hallado el sueño.
¿Quién
puede ver el sexo erguido que está en su origen?
¿Cuál
es la mujer y cuál es el hombre que pueden soportar la prueba de volver a ser
animales y llevar la luz por delante de sí mismos en el tiempo, en el corazón
de la noche?
Morir por pensar, Cap. XX (otro fragmento)
Ultimo reino, IX
Traducción Silvio Mattoni
Buenos Aires, Cuenco de Plata, 2014
Foto original color sin atribución de autoría, vía Ñ