Stephen Jay Gould - Del animal europeo

8 de marzo de 2011





Ascendiendo por la línea de gradación, llegamos finalmente hasta el blanco europeo, el cual, al estar más alejado de la creación bruta, pude, por ello, ser considerado como el más hermoso de la raza humana. Nadie pondrá en duda su superioridad intelectual; y en mi opinión se comprobará que su capacidad es también naturalmente superior a la de todos los demás hombres. ¿Dónde íbamos a encontrar, si no en el europeo, esa cabeza noblemente abovedada que contiene tan gran cerebro y sustentada por un pilar cónico hueco que penetra por su centro? ¿Dónde encontraríamos ese rostro perpendicular, esa nariz prominente y esa redondeada barbilla proyectada hacia adelante? ¿Dónde podríamos encontrar esa variedad de rasgos y esa riqueza de expresión; esos largos, ondulados y graciosos rizos, esa majestuosa barba, esas mejillas rosadas y esos labios de coral? ¿Dónde encontrar esa posición erguida del cuerpo y esa natural apostura? ¿En qué otra parte del globo podríamos dar con el sonrojo que se extiende sobre las suaves facciones de las bellas mujeres de Europa, ese emblema de la modestia, de la delicadeza de sentimientos y del sentido común? ¿Dónde íbamos a encontrar esa agradable expresión de las pasiones amistosas y suaves en el rostro y esa elegancia general de los rasgos y de la complexión? ¿Dónde, sino en el seno de la mujer europea, encontraremos dos hemisferios redondeados y blancos como la nieve, rematados en bermellón?


Charles White (1728 - 1813)
En Stephen Jay Gould, La sonrisa del flamenco
Trad. Antonio Resines
Barcelona, Crítica, 2008
Cortesía Mejilla Hyde




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