Ingeborg Bachmann - La despedida

29 de mayo de 2010







I. Bachman por Stefan Fichert




La carne, que envejeció muy bien conmigo,
la mano rugosa, que sostuvo fresca la mía,
ha de quedarse sobre el pálido muslo,
rejuvenecerse la carne, por un instante,
para que así venga más rápido el derrumbe en ella,
rápido llegan las arrugas, casi sanas,
y todo sobre la rígida musculatura.

No ser amada. El dolor podría ser aún
mayor. Se siente muy bien, toca a la puerta.
Pero la carne, con su línea abierta en la rodilla,
las arrugadas manos, todo ello sobrevino de noche,
el curtido omóplato, donde ya no crece ningún verde,
donde alguna vez se mantuvo oculto un rostro.

Avejentada en cien años, en un solo día.
El confiado animal fue llevado bajo latigazos
a su armonía preestablecida.




En No sé de otro mundo mejor

München, Piper-Verlag, 2000
Traducción de Breno Onetto
Retrato de Stefan Fichert



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