Henri Michaux - Frente a los cerrojos (dos fragmentos)

2 de marzo de 2008




(...)

Costumbres de los dioses.
Allí los dioses todavía acostumbran a respetar el pacto que los vincula a la tierra.
¡Ay del hombre impulsivo, interesado o cruel, que no haya podido resistir la tentación de abatir una criatura del bosque!
Muerto el animal, los dioses piadosos conceden a los suyos el don de la palabra, para que puedan acusar al asesino y sostener la acusación durante el proceso.
El cazador no escapará fácilmente, porque cada animal tiene una familia numerosa y hablarán todos.
Después del proceso, los animales pierden la palabra y se dispersan con sencillez.

(...)

Aquel que creyó ser no fue más que una orientación. Desde otra perspectiva su vida es nula.
La revelación de que sólo eran un personaje (lo sabemos por numerosas biografías) aniquilaba a los santos. Pensaban que el diablo, con el permiso del cielo y en castigo a su orgullo, les infligía ese sufrimiento. Así llamaban ellos a su lucidez abominable.
La otra lucidez faltaba de pronto. Ambas se excluyen.

¡Cuántos genes insatisfechos en todos y cada uno de nosotros!
Y tú también podrías ser otro, podrías incluso ser cualquiera y... aceptarlo.
¿Qué ser te has puesto a ser?


Trad.: Julia Escobar
Henri Michaux, Frente a los cerrojos seguido de Puntos de referencia
Madrid, Editorial Pre-textos, 2000

Diestra de HM

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