Roberto Juarroz: Donde siempre hubo una espera
14 de diciembre de 2013
Donde siempre hubo una espera
ya no hay nada:
mi perro me ha enseñado a morir.
Nunca escribí su nombre.
Hoy tampoco lo escribo.
Él no podía decirlo
y lo borró con él.
La lámpara apagada
tiene una claridad
que redime el engaño
del azar de encenderse.
¿A dónde llega todo
si nada lo recibe?
Casi sin darme cuenta
he encendido una luz
sobre el foso cubierto
mientras un hueco nuevo
que apenas se nota
muerde algo más el sueño
de creer que vivimos.
En Décimocuarta poesía vertical (1994)
Foto: Daniel Mordzinski