Platón y la licantropía

3 de noviembre de 2011




Sobre la ciudad ideal y a las formas degeneradas de gobierno, pone en boca 
de Sócrates, que dialoga con Glaucón y Adimanto (ambos hermanos de Platón)




–¿Cuándo empieza el caudillo del pueblo a convertirse en tirano? ¿No es manifiesto que la transición se cumple cuando aquél empieza a hacer algo semejante a lo que cuenta la fábula sobre el templo de Zeus Licio en Arcadia? 

–¿Qué fábula? 

–La que cuenta que el que llega a gustar de las entrañas humanas, cortadas en trozos y mezcladas con las de otras víctimas, se convierte inevitablemente en lobo. ¿Nunca la oíste? 

–Sí. 

–De igual modo, cuando el caudillo del pueblo, teniendo consigo a la multitud perfectamente sumisa, no se abstiene de verter la sangre de hombres de su propia raza y, mediante acusaciones injustas, procedimiento caro a los de su especie, los arrastra ante los tribunales y mancha su conciencia haciéndoles quitar la vida y gustando él mismo, con lengua y boca impías, la sangre de sus parientes; cuando destierra y ata, prometiendo la condonación de deudas y un nuevo reparto de las tierras, ¿no es acaso inevitable que ese hombre perezca a manos de sus enemigos o que se haga un tirano y se convierta en lobo?







Platón; República, Libro VIII
Traducción directa de A. Camarero
Buenos Aires,  EUDEBA, 1997
Citado por Jorge Fondebrider en Licantropía



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