María Julia De Ruschi: La soledad de la intérprete y otros poemas de "Nada escrito"
15 de junio de 2011
La soledad de la intérprete
qué hermosa es / o qué feliz me hace /
o qué transparencia en su ejecución
No puedo decir nada
Sé que está muriendo, o se está preparando para morir,
o está ensayando
el tallo de mariposas de su muerte próxima o reciente
Allí arriba, en soledad, sobre ese escenario,
de una vez por todas
para todos
¿Y yo hablando de su belleza o la inminente desaparición
que vierte gota a gota?
Sé que debería callar
Sé que debería poner mi barca, muda,
sobre la palma del cielo
Y continuar viaje
en la soledad de la Comunión Más Alta
Adiós, fuente, estremecedora agonía incesante
Descripción del poema Olmo de Sylvia Plath
como si fuera una pintura
Veo un cuento de hadas: niñas vestidas con gasas vaporosas casadas con árboles de alambre.
Besan al sol esperando algo a cambio. Besan los pies del sol.
De noche también afilan sus espinas a la luz de la luna.
Una cara asesina pende ahorcada de las ramas de alambre. Caras, cabezas, frutos venenosos. Árboles clavados en un cementerio. No huyeron. Se castigaron a sí mismas.
Las mujeres que están pariendo cuchillos y niños muertos sin desayuno ni merienda.
La primera madre odiaba la sangre. A la segunda se le enfriaban los pies en las noches de invierno. Dejaba a la niña llorar y llorar.
El mundo congelado bajo una rosa de nieve.
Domingo
Yo recordaba el futuro, como Casandra, pero no quería morir.
Bailar, cantar, la ciudad vacía los domingos por la mañana, la corriente nos lleva y somos dóciles y gráciles y sonoras como los álamos. El viento nos arrebata un sueño, dos sueños, tres sueños, como en los cuentos de hadas... El viento también. Beso tus manos, Señora, el borde de tu manto azul; tus pies, Crucificado, el clavo; la espada de Judit, las espadas de los Arcángeles.
No quiero morir.
El tiempo
Ábrete, boca de la luna, niña que dejas ciega al agua
Al verte poner tu barca de papel en la charca, me enamoré para siempre
de las circunvoluciones de la luna dentro de mi cráneo y paseo por su silencio mineral ...despacio, cada vez más despacio, con una lentitud que desgarra cada fibra de mi cuerpo veloz...
Cuando hemos logrado enemistarnos con el tiempo, tensar esas fibras
caer en esos pantanos
en esos sitios vulnerables donde se pierden sin remedio
algunas palabras
algunos caminos
la verdad es un animal solitario, casi tan solitario como la muerte
caídas y olvido
¿Comprendes lo que lees?
Mira, ahí hay agua
Los hombres somos todos mendigos
Yo quiero resucitar
En Nada escrito
Buenos Aires, hilos editora, 2010
María Julia De Ruschi ha publicado en poesía: Polvo que une (Premio Leopoldo Panero 1975, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1975), Et amava (Zona Franca, Caracas, 1982), Artemis cantando, Artemis (Monte Ávila, Caracas, 1982), traducido al italiano por Elémire Zolla (Artemide, La Nuova Italia, Firenze, 1980), La mujer vacilante (Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2003) y Salir de Egipto (bajo la luna, Buenos Aires, 2007). Tradujo a Sylvia Plath (Tulipanes y otros poemas, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988, a Mario Luzi (Viaje terrestre y celeste de Simone Martini, Premio del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia, 2002, Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 2002) y a Milo de Angelis (Por ese arrebato innato, Melusina, Santiago de Chile, 2004). Escribió numerosos ensayos sobre poesía, entre ellos El ropaje y la música: Un ensayo sobre Jaime Sáenz y La Aldea y el Universo, sobre Francisco Madariaga.
Muy bellos poemas. Conmovedores e imaginativos. Te dejan pensando, cómo el último.