Carta de Vaslav Nijinsky a Sergei Pavlovich Diaghilev
14 de marzo de 2012
Al hombre:
No puedo escribir su
nombre porque no tengo nombre para usted. No le escribo con precipitación. No
quiero que piense usted que soy un hombre nervioso, pues no lo soy. Soy capaz de
escribirle tranquilamente. Y me gusta hacerlo, aunque no me voy a expresar a mí
mismo por medio de hermosas sentencias. Nunca he aprendido a actuar así. Y lo
que quiero es expresar un pensamiento.
No le tengo miedo y
sé bien que en lo más hondo de su ser usted no me odia. Le quiero como se
quiere a un ser humano, pero no quiero trabajar con usted. Mas hay una cosa que
quiero que sepa usted, y es que estoy trabajando muchísimo. No estoy muerto.
Todavía estoy vivo. Dios vive en mí y yo vivo en Él. Todo mi tiempo está
ocupado por la danza y mi labor progresa. En cuanto tengo algo de tiempo,
escribo, pero no hermosas sentencias, de las que tanto le gustan a usted.
Está usted
organizando troupes; yo no; no me interesa formar compañías; me interesan los
seres humanos.
Está usted muerto
porque sus metas están muertas.
No le llamo amigo
mío, pues sé que es usted mi más amargo enemigo; mas a pesar de todo no tengo
sentimientos enfermizos hacia usted. La enemistad llama a la muerte y yo estoy
ansioso de vida... Usted es maligno. Yo experimento una profunda simpatía y
comprensión por la humanidad. Como Dostoievski, que era un hombre amable.
Dice que estoy loco;
yo creo que el loco es usted. No quiero humillarme a mí mismo ante usted, y a
usted eso es lo que le gusta que hagan las personas. No busco su sonrisa, que
es la muerte... Ya no sonrío, no soy portador de la destrucción. No escribo con
la intención de ponerle contento, escribo para hacerle llorar.
Soy una persona con
sentimientos y con cerebro. Usted tiene cerebro pero no sentimientos. Sus
sentimientos son perniciosos. Quiere usted aniquilarme y yo quiero salvarle. Yo
le quiero, pero usted no me quiere a mí. Yo le deseo todas las cosas buenas,
usted me desea todas las cosas malas.
Conozco todas sus
triquiñuelas. En el pasado, cuando yo estaba con usted, con frecuencia fingía
estar nervioso, pero no era un tramposillo. Estaba pensando profundamente.
Tenía a Dios cerca de mí, pero usted es una bestia que no comprende el amor.
No piense, no
escuche. No soy suyo y usted no es mío. Ahora le quiero, siempre le he querido.
Soy suyo y soy de mí mismo. Ha olvidado qué es Dios, y en el pasado también yo
lo olvidé. Pero lo he vuelto a encontrar. Usted es el que quiere la muerte y la
destrucción, aunque tiene miedo a la muerte. Yo no la temo. La muerte es un
acontecimiento necesario. Todos moriremos, de ahí que yo siempre esté
preparado. Amo al amor, pero no soy carne y hueso, soy el espíritu, el alma.
Soy amor... Usted no quiere comprender cómo vivo yo conmigo mismo en verdadera
amistad. Le deseo todas las cosas buenas. Quiero explicarle
muchas cosas pero nunca quiero volver a trabajar con usted, pues usted tiene
objetivos profundamente distintos de los míos. Es usted un hipócrita y yo no
quiero convertirme en lo mismo. Sólo puedo admitir la hipocresía cuando un
hombre quiere conseguir algo bueno y noble por este medio.
Es usted un hombre
malo, no es un zar, un dirigente. No es usted mi emperador. Es una persona
diabólica. Usted desea herirme, pero yo no quiero eso de usted. Soy una persona
tierna y quiero escribirle una canción de cuna... una nana...
Duerme pacíficamente, duerme, duerme pacíficamente.
De hombre a hombre,
Vaslav Nijinsky* El texto original de Nijinsky fue redactado en una mezcla impublicable de ruso y polaco. Basándose en este material su mujer, Romola, estableció el texto inglés, que es el seguido por nosotros. (N. del T.)
En Vaslav Nijinski, Diario
Traducción de Alberto Clavería
Introducción de María Osorio Pitarch
Prefacio de Romola Nijinsky
Barcelona, Parsifal Ediciones,1993
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