Patricia Damiano - Negociación del lustrabotas
14 de marzo de 2010
Después de la cena la orden era dormir temprano. Tenebrosa siesta larga, el orden. Errábamos en la cocina iluminada los gatos y Mozart y Bergman y la mitología. Un mapamundi junto a la mesa a toda pared, el universo y la historia soleada del Mediterráneo, y en la radio Mimí y Madame B. y Turandot y Norma. Enemigas del olvido, la sugestión y la tristeza del puré con poca sal en inaceptable concierto. Y el encanto ambiguo de mi padre y su ópera, visceral, sin juicio, a la deriva.
De este paraíso no me extirpen, pensé sin éxito y fuera de clave; no arreen al dormitorio a la niña que incomoda y acata la escuela matutina y debe ser perfecta, a toda hora, a esta hora y todas las futuras -se había decretado-.
Ofrecía a Damiano de Piemonte lustrar sus zapatos para el otro día o para toda la semana, midiendo los actos y el camino. Él, satisfecho -nunca sabré si por mi cortesía filial o por el amor a Björling y a Tebaldi y a Callas y a Distéfano y a Gobbi- y cómplice, traía tantos como dictaba el avance de la transmisión, iguales, negros y marrones, jamás deformados por un pie de perfecto arco, acordonados y carísimos porque en el calzado no se ahorra, de su calidad depende la sonrisa.
Negociaba mis noches, indigente, un calco fatal de ésta.De este paraíso no me extirpen, pensé sin éxito y fuera de clave; no arreen al dormitorio a la niña que incomoda y acata la escuela matutina y debe ser perfecta, a toda hora, a esta hora y todas las futuras -se había decretado-.
Ofrecía a Damiano de Piemonte lustrar sus zapatos para el otro día o para toda la semana, midiendo los actos y el camino. Él, satisfecho -nunca sabré si por mi cortesía filial o por el amor a Björling y a Tebaldi y a Callas y a Distéfano y a Gobbi- y cómplice, traía tantos como dictaba el avance de la transmisión, iguales, negros y marrones, jamás deformados por un pie de perfecto arco, acordonados y carísimos porque en el calzado no se ahorra, de su calidad depende la sonrisa.
En Calamo currente