Thomas Bernhard - Helada (fragmento)
22 de enero de 2008
Vigésimoprimer día
Sus frases son golpes de remo, con las que avanzaría si no hubiera una gran corriente. A veces se corta, se calla de súbito, como para asegurarse de que la situación en que encuentra será resuelta por otra a continuación. "No se puede dirigir nada". El futuro y el pasado remoto tiran en él de una misma cuerda, y a menudo diez veces en una sola frase. Es uno de esos que piensan continuamente en grandes pérdidas, sin renunciar. Se le aparece el mar, y en el mar una piedra hundida, un fragmento gigantesco, parte de una ciudad gigantesca, el fin de una historia no prevista y muy antigua. La muerte teje una red… Colores, que no son más que excrecencias de flores silvestres, lo anestesian parcialmente de forma filosófica… Traer aquí y llevar adentro extremos para poder escupirlos otra vez. Tensiones de imágenes subacuáticas siniestras. La palabra "contraerse" aparece a menudo. La palabra "verdadero" y las otras, "falso" e "irreal". La palabra "espiga" tiene, llegado el caso, el significado de "toda la historia de nuestro bienestar". Son sus ojos los que hablan, son los que hacen realidad el pensamiento, los que alternan violencia y tranquilidad ante los ojos de los demás, para inquietud ajena. El pintor, creo yo, está tan solo que nadie lo comprenderá jamás. No es un tipo. Confiado siempre a sí mismo y rechazándolo todo, ha utilizado todas las posibilidades hasta el hastío. Contemplarlo significa contemplar milenios. "Las montañas, sabe usted, son a menudo elementos de refuerzo con los que se puede prever a largo plazo". O "de forma inhumanamente humana". Él está en condiciones de irritar a los hombres donde no hay hombres. De contener furias donde no hay ninguna furia. "¿No es un animal el que habla? ¿No soy un bicho?". Todo tiende al progreso de la decadencia. Todo apunta a una infancia fácil en sus juicios, que pronto se vio herida, a un "centro nervioso afectado", a un doble sentido orgánico y fértil de la locura. (…)
Vigésimosexto día
Declaración sobre alturas, profundidades y circunstancias
"Tengo que señalarle", dijo el pintor, "que un paso más allá" se piensa de forma muy distinta, que un paso más allá se existe de forma muy distinta, son las mismas virtudes y las misma cuestiones, las mismas negligencias, las mismas impresiones, las mismas causas, pero unos efectos horriblemente distintos…Sólo con dificultad me puedo hacer comprender por usted, podría hablar a un árbol, al fin y al cabo hablo a una silueta, sí, a una silueta, a un concepto extensible hasta la locura, pero usted es un ser humano, cuya constitución es siempre de oído fino. Quisiera señalarle que, cuando se evoca el concepto de "paisajes exangües", se evoca simplemente y se hincha como un globo, como un globo gigantesco, con una fuerza de pulmones inigualable, con la fuerza de pulmones de todo el inmenso universo, que entonces es posible moverse fuera de al vertiente de sombra de nuestro mundo de ideas…Me enfrento con el grado de frialdad más temerario, que el pensamiento considera cierto y agudo, y abandonado de Dios y ridículo en sentido máximo…Lo que acabo de decir es un rodeo muy desviado, un rodeo de la más baja destrucción humana, sin embargo, escucha: atravieso aquí una "congelación profunda de mi
memoria" que, sencillamente, me tomo la libertad de llamar "extrarradical" , quisiera decir: ¡me aparto de mí hacia dentro de mí mismo!, ¡para dejarme en paz a mí mismo! Quisiera decir: mi cerebro se aparta de las relaciones de parentesco con el mundo, se aparta de mí, se aparta de la maldad de las invenciones que me han permitido extinguirme… En lo más oscuro, sólo lo incomprensible es convincente, comprende, y quisiera exponerle a usted a una comparación fascinante, como se expone a un perro en un océano infinito, como se expone a un pájaro profundamente bajo tierra, como se expone a un hombre en su memoria: que no es la altura, que no es la profundidad, que altura y profundidad son ridiculeces frente a las circunstancias, que lo catastrófico es ridículo frente a la caridad…, pero la verdad es que a causa de estos conceptos míos tendré que desaparecer pronto, quemarme a causa de esos conceptos: siempre he tenido la idea de quemarme, tener que quemarme por repugnancia hacia mí mismo ha sido siempre mi secreto conjunto de circunstancias de la fama personal…Si dejo de morir, he pensado siempre, si dejo de ser confundido…, si dejo mis ideas…¡Comprenda usted!…Me preparo para el viaje y engaño al mundo…lleno mi maleta y engaño al mundo…Subo a mil trenes y engaño al mundo… Lo aparto de allí adonde voy…Porque el fin no es más que la náusea que le provoca a uno un hombre sencillamente podrido… Y sí, aunque también el fin sea un naufragio, tengo que sufrir ese estúpido y taimadamente estipulado acto sexual, es tortura, que la fatalidad de la existencia que dejo atrás hace degenerar en una conspiración diabólica segura de sus fines. No pienso en absoluto en la muerte", dijo el pintor, "no pienso en absoluto en la fama…, no pienso en absoluto en la lujuria, no en la lujuria de la disolución".
Traducción de Miguel Sáenz
Madrid, Alianza Editorial
Transcripción de Carmen Blázquez
Foto: Thomas Bernhard © Andrej Reiser