Jacqueline Goldberg - Dos textos de Vísperas
23 de agosto de 2007
hasta hace muy poco
cavé fosas en estratégicos puntos de mi piel
en el pecho
de allí emigraron cuervos desahuciados
en mi pezón
para aguar la leche podrida
en el muslo izquierdo
para que nunca más sobrara la tersura
en mis dedos
garrotes audaces
que entonces tenían el triste atrevimiento
de convocar la caricia
*
todo termina
por ser prescindible
la violenta fuga
de unas gotas en el baño
la traducción de mis plegarias
el dormitar sereno
en la habitación de cualquier hotel
prescindible
y torpe
a la larga
cuando el oyente
concluye su viaje
y dice ligereza
en vez de hastío
cuando las mudanzas nos cruzan
por casualidad
en el roce bestial
de no pocas ganas
Caracas, 2000
La recuerdo vestida de negro. Con los labios pintados de carmin lila en una cafetería al aire libre a los pies de las murallas de Jerusalén. Doliéndose de su Venezuela, que comenzaba entonces a estar aplastada por el delirio de un dictador mesiánico. Recordando a sus hijos. Luego leí "Luba", y me sorprendió el contraste entre la fragilidad de su autora y el sobrehumano poder de sus versos. Los leo de nuevo ahora, y algo me dice que conocerla entonces fue un privilegio largamente inesperado, que vivo ahora desde la distancia con un adarme de melancolía prendida en la solapa de mi chaqueta.
Yo también la conocí cuando eramos muchachas, apenas habiamos dejado la adolescencia. Hicimos la carrera de Letras juntas, y puedo decir, que su fragilidad es solo una mascara. Es una mujer muy fuerte que se ha hecho a si misma. Y la palabra es una forma de sacar fuera los demonios que la atormentan, que no son/eran pocos...