Thomas Bernhard - Corrección (Fragmentia)
20 de julio de 2007
Me senté con la rosa de papel en el viejo sillón y sostuve la rosa de papel contra la luz. No debemos ir tan lejos, llegar tan lejos, que supongamos en las cosas y cada una de las cosas y detrás de todas las cosas y cada una de las cosas una rareza, algo enigmático, significativo, esto es una rosa de papel amarilla, más exactamente, la rosa de papel amarilla que Roithamer derribó en aquella ocasión en el festival de música de Stocket, junto con otras veintitrés rosas de papel, de otros colores, y nada más. Todo es lo que es y nada más. Si unimos sin cesar todo lo que percibimos y, por tanto, vemos, y a todo lo que pasa en nosotros significados y enigmas, más pronto o más tarde tendremos que volvernos locos, pensé. Sólo debemos ver lo que vemos, y que no es nada más que lo que vemos. Otra vez observaba a Höller desde mi ventana de la buhardilla de los Höller, cómo cosía el ave gigantesca y negra que había rellenado al máximo. Y de repente vi, quizá porque mis ojos se habían acostumbrado a las condiciones de luz que reinaban allí abajo, en el taller de los Höller, o porque esas condiciones de luz habían cambiado de pronto, varias de esas grandes aves, todo en el fondo del taller de los Höller estaba lleno de esas aves, no todas esas aves grandes, incluso gigantescas, eran del mismo tamaño ni todas eran negras, pero no eran aves autóctonas, probablemente, pensé, esas aves son propiedad de algún chiflado por los pájaros, de uno de esos acaudalados chiflados por los pájaros que pueden permitirse ir a América, a Suramérica o a la India para cazar esas aves gigantescas y hacerlas suyas.
Versión Castellana de Miguel Sáenz
Madrid, Debate, 1992