Carmen Blázquez
Caín sin Abel

6 de junio de 2007




¡Cómo cruzar estos puentes sin corazón, sin nombre!

Le ofreciste los frutos de tu tierra
y Abel le ofreció los mejores corderos,
mas tú desconocías que le gustaba la carne
y no le agradaron tus purísimas coliflores
ni las alubias tiernas,
de tus granadas rojas
no manaba la sangre

Su desprecio silencioso te llenó de cólera:
Es duro trabajar en el campo, de sol a sol,
para que brote el cereal y los pastos para alimento del ganado.

Y la pesadumbre bajó tu cabeza
Él no pudo verte la cara
y te amenazó con el pecado
que derribaría las puertas de tu casa.

Entonces le ofreciste en sacrificio a tu único hermano
para calmar su ira contra ti,
más cuando la mancha roja de la tierra
aun estaba fresca
tu dolor por Abel se hizo insoportable.

¿Has considerado que las constelaciones
desconocen tu nombre?
¿has considerado que el pontífice también lo ignora?
Y de tu corazón...ni hablemos
Le has desconsiderado:
ya empieza el castigo, Caín.


En Esfacelos

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