Guillermo Seminara - Día

9 de mayo de 2007



Hoy tengo tanto odio para dar. Me quema los párpados. No es un odio literario que persigue metáforas, es un odio a secas, un odio vulgar y antiguo, yo diría el de siempre, el italiano. Puedo, si quiero, y de hecho quiero, malograr este día y tornarlo inútil. Extremarlo. Cerrarlo poro a poro. Nublarlo y alejarlo. Mi odio es común y eso, sin duda, lo envilece. No hay atisbo de epopeya alguna en mi iracundia. Ya lo suavizan las palabras... lo inauguran una y mil veces, lo capturan y reemplazan. Ahora es un odio estético, un odio más armónico. Un ejemplo de odio. Mi odio es educado y permite que los mayores tomen la palabra y la clausuren hasta el próximo adiós.


Buenos Aires, 2001

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