Cayo Cornelio Tácito - Los pueblos de la Germania (fragmento)

7 de abril de 2009



VII. Eligen sus reyes por la nobleza, pero sus capi­tanes por el valor. El poder de los reyes no es absoluto ni perpetuo. Y los capitanes, si se muestran más prontos y atrevidos, y son los primeros que pe­lean delante del escuadrón, gobiernan más por el ejemplo que dan de su valor y admiración de esto que por el imperio ni autoridad del cargo: mas el castigar, prender y azotar no se permite sino a los sacerdotes; y no como por pena, ni por mandado del capitán, sino como si lo mandara Dios, que ellos creen que asiste a los que pelean. Y llevan a la gue­rra algunas imágenes e insignias que sacan de los bosques sagrados. Y lo que principalmente los incita a ser valientes y esforzados es, que no hacen sus escuadras y compañías de toda suerte de gentes, como se ofrecen acaso, sino de cada familia y parentela aparte. Y al entrar en la batalla tienen cerca sus prendas más queridas, para que puedan oír los alaridos de las mujeres y los gritos de los niños: y estos son los fieles testigos de sus hechos, y los que más los alaban y engrandecen. Cuando se ven he­ridos van a enseñar las heridas a sus madres y a sus mujeres, y ellas no tienen pavor de contarlas ni de chuparlas (1), y en medio de la batalla les llevan refresco y los van animando.

VIII. De manera que algunas veces, según ellos cuentan, han restaurado las mujeres batallas ya casi perdidas, haciendo volver los escuadrones que se inclinaban a huir, con la constancia de sus ruegos, y con ponerles delante los pechos, y representarles el cercano cautiverio que de esto se seguiría, el cual temen mucho más impacientemente por causa de ellas: tanto, que se puede tener mayor confianza de las ciudades que entre sus rehenes dan algunas doncellas nobles. Porque aún se persuaden que hay en ellas un no sé qué de santidad y prudencia, y por esto no menosprecian sus consejos, ni estiman en poco sus respuestas. Así lo vimos en el imperio del divo Vespasiano, que algunos tuvieron mucho tiem­po a Veleda (2) en lugar de diosa. Y también an­tiguamente habían venerado a Aurinia y a otras mu­chas; y esto no por adulación, ni como que ellos las hiciesen diosas (16), sino por tenerlas por tales. (...)




(1) No concuerda la redacción de este pasaje en los diferentes textos que conozco. Posiblemente la versión más justa con el original debiera ser: y preguntarles si las traen.
(2) El mismo Tácito se refiere a ella en el libro IV de las Historias.


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