Miguel Sáenz: Thomas Benrhard y Elías Canetti

30 de diciembre de 2007





Leemos en Thomas Bernhard, una biografía, de Miguel Sáenz:


Los escándalos de Bernhard no fueron sólo judiciales. A lo largo de su vida, utilizando el artículo periodístico, la carta abierta o el telegrama (Bernhard fue maestro en el empleo de este insólito género literario), tuvo encontronazos con diversas personalidades del mundo de la política o de la cultura. El más lamentable (porque revela hasta qué punto podía ser Bernhard maligno), fue el que se produjo con el anciano Elías Canetti.

En Drei Tage (Tres días) Bernhard había dicho: “Por lo que a mí se refiere no soy un escritor, sino alguien que escribe…”, y esta frase –“alguien que escribe- había dado título a una antología en que 57 escritores exponían su concepción de la literatura”. En un discurso pronunciado en Munich en 1976 sobre La profesión de escritor, Canetti reivindica la nobleza del término dichter (escritor, autor, poeta) y ataca a los que proclaman la muerte de la literatura y a los que “en lugar de callar, escriben una y otra vez el mismo libro. Por incapaz de mejora y merecedora de la muerte que la Humanidad le parezca, creen que todavía le queda una función: aplaudirlos”. Bernhard lo interpreta como un ataque personal y envía una carta abierta a la prensa en la que dice que Canetti, que dio una prueba de talento cuarenta años antes con Auto de fe, se proclama a sí mismo –“en un ataque de senilidad aguda y, sin duda, galopante”- como (único) escritor. Califica el hecho del grotesco y a Canetti de “pequeño Schopenhauer y Kant de vía estrecha”. Canetti no se digna a responder pero muchos lectores indignados lo hacen por él.

Cap. "Por doquiera que voy"
Madrid, Siruela, 1966 pág. 103


Thomas Bernhard por Harry Weber











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