Quinto Horacio Flacco - Odas a Virgilio

17 de octubre de 2008





Libro Primero, XXIV

Quis desiderio sit pudor...

¿Cabe moderación, recato cabe
en el dolor por hombre tan querido?
Díctame, oh Musa, lastimeros cantos,
tú, a quien dio Jove blanda voz y lira.

¡Así a Quintilio arrebató la muerte!
¿Y cuándo encontrarán quien se le iguale,
el Honor, la Lealtad incorruptible
(fiel a lo justo) y la Verdad desnuda?

Mucho le han de llorar los hombres buenos;
mas nadie tanto como tú, Virgilio,
que en vano, ¡ay! reclamas de los dioses
al que así no fiaste a su custodia.

Aunque emulases en tu lira a Orfeo
y te escucharan con placer los árboles,
¿sangre darías a la sombra vana
que con su caduceo temeroso

hacia el negro redil guía Mercurio,
no propicio a cambiar hados adversos?
Dura ley... Mas alivia la paciencia
dolores que evitar nos es vedado.




Libro Cuarto, XXII

Iam veris comites...

Viento primaveral, a cuyo soplo
el mar queda tranquilo
empuja ya las velas. No se escarchan
en los amaneceres los ejidos,
ni cargado de nieves invernales
se precipita con estruendo el río.

Ya la madre de Itis
hace, gimiendo, su amoroso nido;
ave infeliz, de Créops y su estirpe
oprobio siempre vivo,
por la feroz venganza
con que pagó de un rey locos caprichos.

Sobre la fresca hierba los pastores,
guardianes de corderos bien rollizos,
cantan alegremente
y brindan al dios Pan su caramillo;
dios que entre los rebaños se recrea
y de la Arcadia en el boscaje umbrío.

El tiempo trae la sed. Mas si calmarla te apetece,
Virgilio,
con los zumos en Cales cosechados,
¡oh, cliente de jóvenes dignísimos!,
por nardos del Oriente
has de cambiar mi vino.

Vea yo de su esencia un solo botecillo,
y un barril tú verás -que duerme ahora
en las frescas bodegas de Sulpicio-;
de los que hacen hervir las esperanzas
y dar tristes cuidados al olvido.

Si estos goces anhelas
rápido ven. y el nardo trae contigo;
no puedo yo bañarte,
sin condición, en generoso líquido,
como si dueño fuera de un palacio
en opulencias rico.

Evita dilaciones
y no temas el gasto a que te invito.
Piensa que al fin la pira nos aguarda.
Y ahora, que nos es lícito,
locura breve a la razón mezclemos:
es dulce alguna vez perder el juicio.



Transcripción de Horacio, Odas - Epodos, 4ª edición
Madrid, Espasa Calpe, 1973
Traducidos a verso castellano por Bonifacio Chamorro





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