María Julia de Ruschi - El camino del desierto

8 de julio de 2007


I

el ojo encuentra
cada mañana
su breve abrevadero de belleza

alegría dócil
sujeta con un gesto, una palabra

violeta de los alpes, paloma
siéntese señora ¿quiere?

el agua de un breve palmeral
un niño arrastrando su juguete
y a su vez arrastrado por su madre

una bruma se levanta de ayer
o de la eternidad

huelen bien la pena, el miedo

cierro los ojos


II

deliberadamente sencillo
el pan
sobre la mesa

el atardecer
cae demasiado abrupto

la casa queda sola
niña

el árbol
enterró sus hojas en la noche


III

sólo estoy buscando

resistiendo la correntada del tiempo
que quiere olvidarme

el ladrón me busca con una luz amarilla

detenido al borde de mi cama

me quiso
pero sus ojos desvarían

ahora va a matarme
el amarillo le quema la lengua

no tengo hambre
estoy ausente del miedo

estoy ausente


IV

estoy buscando una palabra

a quién le importa

a veces, cuando pasa la luna
le digo que soy un árbol petrificado

se lo digo suavemente, en un susurro

puedo hablar


V

¿cómo resistí?

las flores que me traía,
¿a qué tumba las traía?


VI

demasiadas palabras
y ningún fruto

sobrevivimos al sol degollado

estamos tristes
niña mía, muda en tu dolor

he dejado de llorar
resisto a la seducción

veo sobre la mesa
el pan mordido, olvidado

el cuerpo de mi resistencia


VII

la llovizna cae suave sobre la ciudad

la plaza es un pozo tibio y húmedo
de noche recién creada

pasa una familia de cartoneros

donde

sobrevivo
sobre el hedor de la memoria


VIII

a Miranda
o adentro de mí
muy hondo, que el dolor ilumine

el último cuarto, el último grito
que me quite el horror de los labios

el horror que imita al horror

para la incesante, siempre renacida
alegría

de ver a mi hija
que no quiere lastimar ni a una hormiga

IX

mis manos
tienen silencio

una a la otra
no pueden decirse

volar
disolverse en el mar

sembraron cuidadosamente su jardín
y ahora mal enjuiciadas

inmóviles se resisten se niegan
a una absurda defensa

ante el odio el eterno odio
a la fábula de la flor viva

no tan igual a mí misma
como los pétalos de la nieve


X

las hermanas
entretejen guirnaldas de consolación

veladas y desveladas
por su propia pena

una oración leve suaves murmullos
mientras la tarde va oscureciéndose en la ventana

pasa insensiblemente un roce de alas
la vida el arrullo la cabeza inclinándose

en busca el regazo materno
para soñar el país natal

un palo borracho cargado de abril
de frutos en un silencio enorme


XI

la iglesia estaba cerrada
sobre el cerco del jardín de la escuela

las ramas amarillas deliraban
la mujer morena acostada en un banco

jugaba con las palomas
sola
horas y horas

"ninguna paloma es tuya"
me susurró Melancolía, "vayámonos"

con el termo el mate y las galletitas
conversaban dos muchachas

la brisa deliraba las ramas amarillas
el niño corrió perdón la pelota

la bicicleta en zigzag curvas piruetas
el sol reía en el delirio amarillo de las ramas

no existe el dolor


XII

y a veces el barco vacila
en el umbral de la noche

donde comienza la música

amarrado, a punto de zarpar

cruzando la noche
en un instante-espejo

balanceándose
en la idea de un viaje

y de la música
con las manos atadas


XIII

cuando pasa una ambulancia
miles de perros empiezan a aullar

hay un largo gemido en esta falta de silencio
en esta falta de oscuridad en la noche urbana

alucinado
leve, breve, difícil de interpretar

mientras la música se defiende como puede
ante los ojos incrédulos

indiferentes
de los mercaderes de palabras

en los puertos del pensamiento
viejos, llenos de herrumbre

en el umbral ubicuo
de un equívoco amor


XIV

falta

la realidad
creada por un sueño

se desploma

nada
en los ojos del rey

daba mi vida
por verme en ellos

un mal sueño

el muro se desploma

falta

no hay madre
entre cuyos brazos


XV

el miedo es silencio puro

un sueño
donde no puedo hablar
ni oír

la amenaza
gatea en un espacio
que se va partiendo
duplicando el vacío

en negro

antes de la palabra estaba

en el terror
de la pura transparencia

estrangulada
tantas veces
como el infinito
umbral
de una puerta
inexistente

entre lo que es
y lo qu no es


XVI

difícil
encontrar una verdad
que pee más que una pluma

niña Cordelia
rodeada de padres, de reyes

y para los jueces anécdotas
sin el prestigio de la tragedia

niña Cordelia, sin madre
entre cuyos brazos


XVII

y el sol vuelve a salir de un anillo de locura

el miedo
hace crecer el muro
impenetrable
la culpa
que me arroja
ante las fuerzas
que me destruyen
la culpa
de nada
imperdonable
imborrable
echa raíces

y el sol vuelve a salir de un anillo de locura

el muro
sombra
de nada
el muro
mirada
petrificada
espejo
que si puedo
respirar
se desvanecerá
así como
también puedo
caminar
sobre el agua


XVIII

más a fondo
más a dentro

donde sólo queda
la rama de la vida
la rama de la muerte

el corazón me late
con tanta fuerza

que debo detenerme

mi límite

mi luz


En Salir de Egipto
Buenos Aires, bajo la luna, 2007

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