Edgar Bayley: Fidelidad en la encrucijada

4 de enero de 2014




En el sol alto, sin ostentación ni impaciencia, se prolonga tu camino. Serenidad del ignorado: Una emersión impura te salvará en cualquier hombre.

Ese relámpago que hace posible la fraternidad, tanto en la dimisión como en la inocencia y la esperanza, es una de las propiedades de la poesía. Pero nada autoriza al poeta a darle nombre definitivo y menos aun a convertirse en el profesional de su dicción o su descubrimiento.

Usura del alucinado. Este mundo es tuyo indudablemente. Pero sólo existe en tu desprendimiento. El poeta, testigo de su propia existencia, coexiste con el mundo.

Todo poeta sabe que la palabra no es instrumento. Es vida con los demás. Y en común. Soledad común. La declamación y la ortopedia de espíritu quedan a sus márgenes. Imposibilidad, por lo tanto, el poema fabricado de acceder a la tierra de los hombres, de alimentar su viaje.

Quehaceres de la poesía: hacer innecesaria toda justificación.

Toda ayuda menos la retórica de la pureza y la organización de los elegidos. Es preciso intercambiar a la intemperie nuestras señales de reconocimiento con las cosas y con nuestros hermanos. Arriesgar la incongruencia para conocer tu realidad, la realidad de los otros. Lo más opuesto a tu fluir propio es la adopción de certidumbres de superficie.

Finalidad de las apariencias. A mitad de camino entre la concesión y la protesta, expuesto a todos los excesos de la ingenuidad y el cálculo, este amigo verdadero, este amante fiel, este lúcido conocedor, es confundido a menudo con sus enemigos: el Narciso, el borracho y el inconsecuente.

Forzosidad de una voz, de un hombre real en la encrucijada, sin desprecio ni excesiva consideración por los márgenes. La incandescencia de la palabra -su logro mayor- es función de los ademanes silenciosos, a menudo ignorados, del nadador sobreviviente y fraternal. Poesía -modo de nadar, de estar presente, ajena a las retribuciones del espectáculo. Poesía hermana en la soledad y el olvido. Poesía- esperanza viril entre los hombres.





En La vigilia y el viaje (1949-1955)
Retrato de EB por Julio Howard Martínez




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