Arte y ciencia en un insecto: Nabokov

Nadie comprendió mejor el alcance de la unidad subyacente entre la ciencia y la literatura que Vladimir Nabokov, que trabajó con diferentes excelencias como un profesional completo en ambos campos. Nabokov solía insistir en que sus empresas literaria y entomológica compartían un territorio mental y psicológico común. En Ada o el ardor*, al tiempo que invoca un anagrama común para "insecto", uno de los personajes de Nabokov dice:

Si pudiera escribir -reflexionaba Demon-, describiría con demasiadas palabras, sin duda, de qué manera apasionada, de qué modo incandescente, de qué forma incestuosa -c'est le mot- arte y ciencia se encuentran en un insecto.

Volviendo al tema central de la belleza estética tanto en la existencia externa como en nuestro conocimiento interno, Nabokov escribió en 1959: No puedo separar el placer estético de ver una mariposa y el placer científico de saber qué es.

Cuando Nabokov hablaba de la precisión de la poesía en la descripción taxonomista (sin duda con la intención conciente de disipar una paradoja que lleva a la mayoría de la gente a considerar el arte y la ciencia como inexorablemente distintos y opuestos), utilizó sus habilidades literarias al servicio de la unidad. Así, en una entrevista de 1966, Nabokov rompió las fronteras del arte y la ciencia al enunciar que el ideal más precioso en cada ámbito debería caracterizar asimismo la verdadera excelencia en el otro:

Los deleites táctiles de la de la delineación precisa, el paraíso silencioso de la cámara clara y la precisión de la poesía en la descripción taxonómica, representan el lado artístico de la emoción que la acumulación de nuevo conocimiento, absolutamente inútil para el lego, proporciona al primero que lo engendró... No hay ciencia sin imaginación y no hay arte sin hechos.

* Edición en español Barcelona, 1976

Fragmentos de "Las mariposas de Nabokov, claridad de los hechos"
Stephen Jay Gould, Erase una vez el zorro y el erizo, Barcelona 2010