Gabriela Alia Botbol - No me vuelva a escribir ni vaya a recibirme*

5 de marzo de 2007



tras una indagación natatoria infructuosa
en la sima del caos sobre su motivo y su perennidad
el recuerdo de los males y de los males
revela al menos que ni siquiera éste es el momento de los ángeles (no hay ángeles)
por lo tanto es el otro
lo que prevalece y predominará

hubo permanente la comparecencia
de una profusa confusión y luego
hubiere demente la esencia de unos lazos descoloridos en histórica endemia
después de la euforia viscosa de los giros de Newton
unidos fatalmente al centro de la esfera

de nada les sirvió esperar el futuro

a las dos de la postrer simiente las carcomerá el gen definitivo
el signo irreversible de la cola que
alguna vez el diablo
metió
pensando que ahí
no lo derrotarían

y así fue



(*) Texto de la carta fechada el 8 de enero de 1904, que la novelista Herta Grunewald le dirigió desde París a la esposa de su hijo mayor Alexei, Annette Borevich, madre de sus nietas Lisa y Lhasa, y abuela de sus bisnietas Victoria y Madelaine.
Extraido del epistolario inédito de Herta Grunewald, conservado en la Biblioteca de Zary.


Málaga, 2006


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