Stéphane Mallarmé: Acotada la acción* [1895] (bilingüe)

24 de abril de 2014






Varias veces vino mi camarada, uno, el mismo, ese otro, a confiarme su deseo de actuar, de intervenir: ¿a qué apuntaba? — como la diligencia a mi solar anunciaba de su parte, también, para él joven, la ocupación de crear, suprema parece, y triunfar con palabras, insisto: ¿qué, expresamente, pretendía?

Soltar la mano, los puños, tal ruptura del sedentario sueño, para un coscacheante cara cara [rabioso enfrentamiento] con la idea, así como ganas dan o moverse, mudar: pero la generación huele poco agitada, aparte del consabido desinterés político, con la inquietud por extravagar, del cuerpo. Excepto la monotonía, de cierto, de enrollar, entre las irregularidades, en el suelo, conforme al instrumento ocasional, la ficción de un resplandeciente riel continuo.

Actuar, sin aquesto y para quien recién comienza el ejercicio de fumar, significó, visitante, te entiendo, filosóficamente, producir en muchos un movimiento que te dé, de vuelta, la emoción de la que fuisteis principio, por lo tanto existes: de lo cual nadie se cree, anticipadamente, asegurado. Esta práctica comprende dos modos; o, por una voluntad, de entrada, que dura una vida, hasta el destello múltiple — pensar, eso: sino, los vertederos al alcance ahora en una precavida previsión, periódicos y su torbellino, determinar ahí una fuerza en un sentido, cualquiera, diversa y contrariada, con la inmunidad del resultado nulo.

A guisa, según la disposición, plenitud, apuro.

Tu acto se implica siempre en el papel, pues, meditar, sin huellas, se vuelve evanescente — ni que se exalte el instinto en algún gesto vehemente y perdido que buscaras.

Escribir —

El tintero, cristal como conciencia, con su gota, al fondo, de tinieblas, remitida a que algo sea: luego, aparta la lámpara.

Lo pispeaste, no se escribe, luminosamente, en terreno oscuro, el alfabeto de los astros, únicamente, así se indica, esbozado o interrumpido; el hombre persigue en lo blanco, tal cual, lo negro.

Este pliegue de sombrío encaje, que retiene lo infinito, tejido por miles, cada uno según el hilo o prolongación, su ignorado secreto, reúne trazos distantes donde duerme un lujo a inventariar, estriga [vampiro nocturno], nudo, fojas [follaje], y por presentar.

Con misterio, la nada, indispensable, que un triz, expuesta, dura.

No sé si el Huésped perspicazmente circunscribe su ámbito laborante: me placerá subrayarlo, ciertas condiciones también. El derecho a no realizar nada excepcional o faltante, en actuaciones rascas, se paga, ante  quién sea, con su omisión y, diríase, con su muerte como tal. Éxitos, los acomete en sueños, para no importunar a nadie; con todo, el programa permanece publicado para quienes no han cura.

El escritor, de sus males, dragones que ha mimado, o de un contentamiento, ha de instituirse tal, en el texto, espiritual histrión.

Piso, lustre, obnubilación de los tejidos y licuefacción de los espejos, en el orden real, hasta los excesivos brincos de nuestra forma temperada en torno a una detención, de pie, de la estatura viril, un Lugar se presenta, escena, realzamiento ante todos del espectáculo de Sí; ahí, por los intermediarios de la luz, de la carne y de las risas, el sacrificio que allí hace, acerca de su personalidad, el inspirador, desenlace completo o se, en una resurrección extraña, acabó nomás aquél: de quien el verbo repercutido y vano en lo sucesivo se exhala por la chimenea orquestal.

Una sala, él se celebra, anónima, en el héroe.

Todo, como maquinación de fiestas; un pueblo da testimonio de su transfiguración en verdad.

Honor.

Buscad, dónde, algo tal —

Se lo reconocerá en esos edificios algo raros que se apartan, por una sobre‐ carga en lo banal, del alineamiento común, con la pretensión de sintetizar los suce‐ sos ínfimos de un barrio; o, si algún frontón, según el franco gusto adivinatorio, aísla, en una plaza, su espectro, salud, yo le saco el sombrero. Indiferente a lo que, aquí y allá, se despacha a lo largo de las cañerías, la llama de lenguas.

Así la Acción, en el mundo convenido, literario, no transagrede al Teatro; circunscríbese, ahí, en la representación — inmediato desvanecimiento de lo escrito. Acabe, en la calle, o en otra parte, aquello, cae la máscara, no he de andar haciendo de poeta: perjura tu verso, sólo está dotado de un débil poder afuera, tú preferiste alimentar los restos de intrigas al individuo acometidas. Para qué serviría precisarte, sabiéndolo infante, como yo, que sólo guardara noción de ello por una cualidad o un defecto exclusivos de infancia, tal punto: que todo, vehículo o emplazamiento, ofrecida ahora al ideal, es, allí, contrario — casi una especulación, sobre tu pudor, para tu silencio — o defectuoso, paso directo y legítimo en el sentido en que recién un impulso quiso, y viciado. Como nunca un mal basta, aclararé, seguramente, próximas digresiones en cantidad pertinente, esta recíproca contaminación de la obra y de los medios: pero, antes, ¿no conviene expresarse espaciosamente, así como de un cigarro, por juegos circunvalatorios, cuya vaguedad, al muy menos, se trazase en el día eléctrico y crudo?

Un delicado habrá, espero, padecido.

Exteriormente, como el grito de amplitud, el viajero percibe el dolor del silbido. “Sin duda”, se convence, “atravesamos un túnel — la época —, este largo y último reptante por entre la ciudad antes de la estación todopoderosa del virginal palacio, que, central, corona”. El metro durará, oh impaciente, tu recogimiento para preparar el edificio anverso, alto, o el vaso seco de un robo de la Justicia.

El suicidio o abstención, no hacer nada, ¿por qué? — Única vez en el mundo, pues, siempre por un acontecimiento que explicaré, no hay Presente, no — no existe un presente... Por más que se declare el Gentío, por más — que todo. Mal informado aquel que se proclame su contemporáneo, desertando, usurpando, con igual impudicia, cuando cesó lo pasado y tarda un futuro o que los dos se entremezclan perplejamente en vistas a enmascarar el apartamiento. Fuera de los cotidianos titulares parisinos encargados de divulgar una fe en la nadería cotidiana e inexpertos si el flagelo mide su período en un fragmento, importante o no, de siglo.

Cuídate, también, y estate ahí.

La poesía, consagración; que intenta, en castas crisis aisladamente, durante la otra gestación en curso.

Publica.

El Libro, donde habita el espíritu saciado, en caso de malentendido, obliga‐ do por alguna pureza de divertimento a sacudir lo basto del momento. Impersonificado, el volumen, tanto como uno, de él, se separa como autor, no exige finteo de lector. Tal, sabes, entre los accesorios humanos, ha lugar solo: hace, siendo. El sentido oculto se desplaza y dispone, en coro, las hojas.

Lejos el orgullo de prohibir, incluso en lo que al fasto atañe, el instante: constátase que el azar niega los materiales de confrontación a algunos sueños; o, ayuda, una actitud especial.

Tú, Amigo, a quien no hubiera que frustrar in extenso, pues paralelo a la sorda labor general, el caso es extraño; te pido, sin juicio alguno, por falta de considerantes repentinos, que trates mi indicación como una locura, no lo prohíbo, rara. Sin embargo, ya la tempera esta sabiduría, o discernimiento, si no fuera mejor — arriesgar en un estado al menos, muy menos, incompleto ambiental, ciertas conclusiones de arte extremas que pueden estallar, diamantinamente, en este tiempo para siempre, en la integridad del Libro — actuarlas, interpretarlas, pero, y por un triunfal vuelco, con la tácita exhortación de que nada, palpitando en el flanco inconsciente del momento, mostrado en las páginas, claro, evidente, la encuentre lista; con tal que no fuera otra, tal vez, donde esto deba iluminar.


L'action restreinte

Plusieurs fois vint un Camarade, le même, cet autre, me confier le besoin d'agir : que visait-il - comme la démarche à mon endroit annonça de sa part, aussi, à lui jeune, l'occupation de créer, qui paraît suprême et réussir avec des mots ; j'insiste, qu'entendait-il expressément ?

Se détendre les poings, en rupture de songe sédentaire, pour un trépignant vis-à-vis avec l'idée, ainsi qu'une envie prend ou bouger : mais la génération semble peu agitée, outre le désintéressement politique, du souci d'extravaguer du corps. Excepté la monotonie, certes, d'enrouler, entre les jarrets, sur la chaussée, selon l'instrument en faveur, la fiction d'un éblouissant rail continu.

Agir, sans ceci et pour qui n'en fait commencer l'exercice à fumer, signifia, visiteur, je te comprends, philosophiquement, produire sur beaucoup un mouvement qui te donne en retour l'émoi que tu en fus le principe, donc existes : dont aucun ne se croit, au préalable, sûr. Cette pratique entend deux façons ; ou, par une volonté, à l'insu, qui dure une vie, jusqu'à l'éclat multiple - penser, cela : sinon, les déversoirs à portée maintenant dans une prévoyance, journaux et leur tourbillon, y déterminer une force en un sens, quelconque de divers contrariée, avec l'immunité du résultat nul.

Au gré, selon la disposition, plénitude, hâte.

Ton acte toujours s'applique à du papier ; car méditer, sans traces, devient évanescent, ni que s'exalte l'instinct en quelque geste véhément et perdu que tu cherchas.

Ecrire -

L'encrier, cristal comme une conscience, avec sa goutte, au fond, de ténèbres relative à ce que quelque chose soit : puis, écarte la lampe.

Tu remarquas, on n'écrit pas, lumineusement, sur champ obscur, l'alphabet des astres, seul, ainsi s'indique, ébauché ou interrompu ; l'homme poursuit noir sur blanc.

Ce pli de sombre dentelle, qui retient l'infini, tissé par mille, chacun selon le fil ou prolongement ignoré son secret, assemble des entrelacs distants où dort un luxe à inventorier, stryge, nœud, feuillages et présenter.

Avec le rien de mystère, indispensable, qui demeure, exprimé, quelque peu.

Je ne sais pas si l'Hôte perspicacement circonscrit son domaine d'effort : ce me plaira de le marquer, aussi certaines conditions. Le droit à rien accomplir d'exceptionnel ou manquant aux agissements vulgaires, se paie, chez quiconque, de l'omission de lui et on dirait de sa mort comme un tel. Exploits, il les commet dans le rêve, pour ne gêner personne ; mais encore, le programme en reste-t-il affiché à ceux qui n'ont cure.

L'écrivain, de ses maux, dragons qu'il a choyés, ou d'une allégresse, doit s'instituer, au texte, le spirituel histrion.

Plancher, lustre, obnubilation des tissus et liquéfaction de miroirs, en l'ordre réel, jusqu'aux bonds excessifs de notre forme gazée autour d'un arrêt, sur pied, de la virile stature, un Lieu se présente, scène, majoration devant tous du spectacle de Soi ; là, en raison des intermédiaires de la lumière, de la chair et des rires le sacrifice qu'y fait, relativement à sa personnalité, l'inspirateur, aboutit complet ou c'est, dans une résurrection étrangère, fini de celui-ci : de qui le verbe répercuté et vain désormais s'exhale par la chimère orchestrale.

Une salle, il se célèbre, anonyme, dans le héros.

Tout, comme fonctionnement de fêtes : un peuple témoigne de sa transfiguration en vérité.

Honneur.

Cherchez, où c'est, quelque chose de pareil -

Le reconnaîtra-t-on dans ces immeubles suspects se détachant, par une surcharge en le banal, du commun alignement, avec prétention à synthétiser les faits divers d'un quartier ; ou, si quelque fronton, d'après le goût divinatoire français, isole, sur une place, son spectre, je salue. Indifférent à ce qui, ici et là, se débite comme le long de tuyaux, la flamme aux langues réduites.

Ainsi l'Action, en le mode convenu, littéraire, ne transgresse pas le Théâtre ; s'y limite, à la représentation - immédiat évanouissement de l'écrit. Finisse, dans la rue, autre part, cela, le masque choit, je n'ai pas à faire au poète : parjure ton vers, il n'est doué que de faible pouvoir dehors, tu préféras alimenter le reliquat d'intrigues commises à l'individu. A quoi sert de te préciser, enfant le sachant, comme moi, qui n'en conservai notion que par une qualité ou un défaut d'enfance exclusifs, ce point, que tout, véhicule ou placement, maintenant offert à l'idéal, y est contraire - presque une spéculation, sur ta pudeur, pour ton silence - ou défectueux, pas direct et légitime dans le sens que tout à l'heure voulut un élan et vicié. Comme jamais malaise ne suffit, j'éclairerai, assurément, de digressions prochaines en le nombre qu'il faudra, cette réciproque contamination de l'œuvre et des moyens : mais auparavant ne convint-il spacieusement de s'exprimer, ainsi que d'un cigare, par jeux circonvolutoires, dont le vague, à tout le moins, se traçât sur le jour électrique et cru?

Un délicat a, je l'espère, pâti -

Extérieurement, comme le cri de l'étendue, le voyageur perçoit la détresse du sifflet. " Sans doute " il se convainc : " on traverse un tunnel - l'époque - celui, long le dernier, rampant sous la cité avant la gare toute puissante du virginal palais central, qui couronne ". Le souterrain durera, ô impatient, ton recueillement à préparer l'édifice de haut verre essuyé d'un vol de la Justice.

Le suicide ou abstention, ne rien faire, pourquoi ? - Unique fois au monde, parce qu'en raison d'un événement toujours que j'expliquerai, il n'est pas de Présent, non - un présent n'existe pas... Faute que se déclare la Foule, faute - de tout. Mal informé celui qui se crierait son propre contemporain, désertant, usurpant, avec impudence égale, quand du passé cessa et que tarde un futur ou que les deux se remmêlent perplexement en vue de masquer l'écart. Hors des premier-Paris chargés de divulguer une foi en le quotidien néant et inexperts si le fléau mesure sa période à un fragment, important ou pas, de siècle.

Aussi garde-toi et sois là.

La poésie, sacre ; qui essaie, en de chastes crises isolément, pendant l'autre gestation en train.

Publie.

Le Livre, où vit l'esprit satisfait, en cas de malentendu, un obligé par quelque pureté d'ébat à secouer le gros du moment. Impersonnifié, le volume, autant qu'on s'en sépare comme auteur, ne réclame approche de lecteur. Tel, sache, entre les accessoires humains, il a lieu tout seul : fait, étant. Le sens enseveli se meut et dispose, en chœur, des feuillets.

Loin, la superbe de mettre en interdit, même quant aux fastes, l'instant : on constate qu'un hasard y dénie les matériaux de confrontation à quelques rêves ; ou aide une attitude spéciale.

Toi, Ami, qu'il ne faut frustrer d'années à cause que parallèles au sourd labeur général, le cas est étrange : je te demande, sans jugement, par manque de considérants soudains, que tu traites mon indication comme une folie je ne le défends, rare. Cependant la tempère déjà cette sagesse, ou discernement, s'il ne vaut pas mieux - que de risquer sur un état à tout le moins incomplet environnant, certaines conclusions d'art extrêmes qui peuvent éclater, diamantairement, dans ce temps à jamais, en l'intégrité du Livre - les jouer, mais et par un triomphal renversement, avec l'injonction tacite que rien, palpitant en le flanc inscient de l'heure, aux pages montré, clair, évident, ne la trouve prête ; encore que n'en soit peut-être une autre où ce doive illuminer.


(*) Lʹaction restreinte, in Quant au Livre (Variations sur un sujet), a partir de los textos establecidos en:  Stéphane Mallarmé, Oeuvres complètes, Biblioteca de la Pléiade, Gallimard, París, 1984

Traducción Andrés Ajens
Digitalizada como El libro, instrumentos espiritual y otras prosas
Escuela de Filosofía Universidad ARICS

Entre corchetes, alternativas de la mejor versión:  La acción restringida en Prosas [edición papel]
Traducción Javier del Prado y José Antonio Millán
Madrid, Alfaguara, 1987

Imagen: Retrato de SM por Pierre-Auguste Renoir 1892 


0 comentarios:
Publicar un comentario




***

Archivo

  © Blogger templates Romantico by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP