Dolores Etchecopar - Donde estuvieron sentadas la dama y su piedra

16 de enero de 2009





Asómese y alguien la salvará de la nieve de los
cuentos. Traiga sus profecías y sus ollas y la música
que ama porque toda la música es imperfecta como
la máxima felicidad. Asómese aunque en la foto
no se noten sus uñas de oro ni su pequeño vestido
sucio como el agua de los bosques. Usted entró
en la casa de Barba Azul, pero allí Usted no fue
degollada. En su lugar murieron: la Dama y su
Piedra, la mujer que baja del ascensor, la mujer
que siempre sale en las fotos y la Otra, cuyo
nombre pudo ser Corsaria, pero en realidad se
llama Mujer Muerta y Brillante a quien se le
confía la música de los prados para que hable
de su primera infancia.
Usted es una excepción. Usted se acerca a las
inmensas flores del verano porque ellas empujan
una balsa llena de luz y de muerte. Es Usted
una persona tímida y fértil. Hay hombres que
quieren besarla. También hay un vaso lleno de agua
y silencios que aterciopelan y el ruido mágico
de las naranjas cuando caen y abren un tajo
violeta en la hierba. Usted recita en alta mar.
Teje y desteje su sepulcro. Habla y deshabla.
Cuello volcado. Ama y desama. Galope verde
hasta los ojos. Llovizna donde desaparece su carne
más lenta. Vientre de bandadas. Rosa sísmica
que atraviesa la piedra del sepulcro.
Asome su ojo cerrado en los bosques. Su color a
pasto brillante del abismo. Vendrá el que la
mantiene unida a caballo con las hojas y el sitio
de su cadera que hace fuego con la noche. Vendrá.
Carne tatuada en el silencio arisco de la pradera.
No vendrá. Nodriza-Aullido-Áspera-Alegría-Útero.
En su tobillo gira un río de plumas negras y el vidrio
del crepúsculo va cayendo dentro de un pozo. El
cielo se frota en l,os árboles hasta prenderse fuego.
Los pies de la Nodriza están clavados a una tabla.
En su cadera de oxígeno la luz hunde una rodilla
negra. Su cabellera es otra pierna de la noche.
Usted es un niño y teme que en la oscuridad se
le muera de golpe todo el pasto en la boca.
Entonces ella entra en la muerte con su vestido
de cañas y una raya de oro huye por el muro
cuando sus grandes brazos traban la noche. Usted
tiene la palidez y la lengua y todo su pelo clavado
en el mar. En la ciudad electrocutan a un pájaro
diminuto y se llevan los huesos de la hierba por
un túnel. Los muertos despeñan a la luna por una
zanja. Luego el sacerdote trae cuchillos para mirar
la nieve, sólo para mirar la nieve. Pero la nieve
hace de miles de años que no cae más que en los
ojos e los niños. Únicamente ellos pasan por
el gran vidrio roto.


ENTONCES ALGO VUELVE A SUCEDER

Fin de la Boda
Fin del Silencio
Fin del Sepulcro
Fin Fin Fin


a Marco



Transcripto de Notas salvajes
Buenos Aires, Editorial Anagrama, 1989





1 comentarios:
Anónimo 18 de enero de 2009, 6:16 p.m.  

No conocía a la autora . Excelente elección que me remtió a su Antología .
Saludos !

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