Han Kang, Premio Nobel de Literatura 2024, cuatro poemas
12 de octubre de 2024
La escritora surcoreana Han Kang, de 53 años, ha ganado el Premio Nobel de Literatura 2024 por su «prosa intensamente poética que afronta traumas históricos y revela la fragilidad de la vida humana», en palabras del jurado. Entre sus libros publicados en español destacan las novelas La vegetariana —con la que logró fama internacional—, La clase de griego y Actos humanos.
Kang comenzó su carrera literaria en 1993 con la publicación de cinco poemas en la revista Literature and Society. Dos décadas después recopilaría parte de su obra poética en el poemario Dejo el atardecer en el cajón, inédito en español. Ofrecemos aquí cuatro de sus poemas.
Mark Rothko y yo — Muerte en febrero
Sin nada que declarar por adelantado,
no existe relación alguna entre Mark Rothko y yo.
Él nació el 25 de septiembre de 1903,
murió el 25 de febrero de 1970.
Yo nací el 27 de noviembre de 1970
y sigo viva.
Es sólo que
a veces pienso en el espacio de nueve meses
que separa mi nacimiento de su muerte.
Sólo unos pocos días
después de aquella mañana temprano en que se cortó las venas
en la cocina aneja a su estudio,
mis padres unieron sus cuerpos
y poco después una mota de vida
se debió quedar alojada en el tibio útero.
Mientras en el invierno tardío de Nueva York
su cuerpo aún no se habría descompuesto.
Eso no es algo maravilloso,
es algo solitario.
Me debí quedar alojada como una mota
cuyo corazón aún no había empezado a latir,
sin saber nada del lenguaje,
sin saber nada de la luz,
sin saber nada de las lágrimas,
dentro de un útero rosado.
Entre la vida y la muerte,
febrero como una brecha
que perdura,
perdura y finalmente sana.
En la tierra a medio derretir, todavía más fría,
su mano aún no se habría descompuesto.
(Traducción de Ángel Salguero a partir de la versión en inglés de Brother Anthony y Eun-Gwi Chung)
Negra casa de luz
Aquel día en Ui-dong
caía el aguanieve
y mi cuerpo, compañero de mi alma,
temblaba con cada lágrima derramada.
Sigue tu camino.
¿Dudas?
¿Qué sueñas, flotando así?
Casas de dos pisos encendidas como flores,
a su abrigo aprendí la agonía
y hacia una tierra de alegría aún inexplorada
extendí la mano como una tonta.
Sigue tu camino.
¿Qué sueñas? Sigue caminando.
Hacia recuerdos que se formaban sobre una farola, caminé.
Allí miré hacia arriba y dentro de la pantalla de luz
había una casa negra. Una negra
casa de luz.
El cielo estaba oscuro y en aquella oscuridad
aves residentes
volaron librándose del peso de sus cuerpos.
¿Cuántas veces habría de morir para volar así?
Nadie podría sostener mi mano.
¿Qué sueño es tan hermoso?
¿Qué recuerdo
brilla con tal fulgor?
El aguanieve, como las yemas de los dedos de mi madre,
recorre mis cejas despeinadas
golpea mejillas heladas y de nuevo
acaricia ese mismo lugar.
Date prisa y sigue tu camino.
El invierno a través de un espejo
1
Mira la pupila de una llama.
Azulado
ojo
con forma de corazón
lo más caliente y brillante
aquello que la rodea
la llama interior naranja
lo que más parpadea
lo que rodea de nuevo
la llama externa semitransparente
mañana por la mañana, la mañana
que parto a la ciudad más alejada
esta mañana
el ojo azulado de una llama
mira más allá de mis ojos.
2
Ahora mi ciudad es mañana de primavera, si traspasas el centro de la tierra, taladras recto hasta el centro sin vacilar, aquella ciudad aparece, la diferencia horaria allí exactamente doce horas menos, la estación exactamente medio año atrás, de modo que aquella ciudad es ahora una tarde de otoño, como si siguiera en silencio a alguien aquella ciudad sigue tras la mía, para cruzar la noche para cruzar el invierno espero en silencio, mientras mi ciudad deja atrás a aquella como alguien que te adelantara en silencio
3
Dentro del espejo espera el invierno
Un lugar frío
Un lugar totalmente frío
tan frío
que los objetos no pueden temblar
tu cara (congelada una vez)
no puede hacerse añicos
No extiendo mi mano
tú tampoco
quieres extender tu mano
Un lugar frío
Un lugar que se mantiene frío
tan frío
que las pupilas no pueden vacilar
los párpados
no saben cómo cerrarse (juntos)
Dentro del espejo
espera el invierno y
dentro del espejo
no puedo evitar tus ojos y
tú no quieres extender la mano
4
Dijeron que volaríamos durante todo un día.
Dobla bien veinticuatro horas métetelas en la boca y
entra en el espejo dijeron.
Cuando haya deshecho la maleta en una habitación de esa ciudad
debería aprovechar para lavarme la cara.
Si el sufrimiento de esta ciudad en silencio se me apodera
me quedaré rezagada en silencio y
cuando no estés mirándolo me apoyaré
un momento en la espalda escarchada del espejo
y canturrearé despreocupada.
Hasta que, habiendo doblado bien veinticuatro horas
y habiéndolas escupido empujadas por tu lengua caliente,
vuelvas y me observes
5
(A partir de una traducción de Eva Gallud basada en las versiones inglesas de Sophie Bowman
Baile en silla de ruedas
Las lágrimas
se han convertido ya en costumbre,
Pero eso
no me ha devorado.
Las pesadillas también
se han convertido ya en costumbre.
Ni siquiera una noche de insomnio que incendie
todos los vasos sanguíneos de mi cuerpo
puede tragarme por completo.
Mira. Estoy bailando.
En una silla de ruedas en llamas
sacudo los hombros.
Oh, intensamente.
No tengo magia,
ni métodos secretos.
Es sólo que no hay nada
que pueda destruirme por completo.
Ni un infierno,
ni una maldición
o tumba,
tampoco ese sucio y helado
granizo ni el pedrisco
como hojas de cuchillo
pueden aplastarme.
Mira,
estoy cantando.
Oh, silla de ruedas
que escupes intensamente llamas,
baila silla de ruedas.
(Traducción de Ángel Salguero a partir de la versión en inglés de Brother Anthony y Eun-Gwi Chung)
Fuente textos y foto (sin atribución)