Sólo huello nieve soñada.
La vid conoce su herrumbre;
el ciervo, la última fiebre.
En la fronda, memoria del veneno
y sus sílabas.
Más bajo ese fulgor
el milagro se cumple de otra forma.
Noli me tangere.
****
Certidumbre de libro último,
nada elude sus renglones.
Hasta mi transparencia escrita
por el mismo amanuense:
quien cita al halconero en el bosque,
planta la ajedrea junto al muro,
o copia –con fidelísima caligrafía–
el cuerpo de Patroclo doblegado.
En Breviario invisible
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