26 de julio de 2012

Alberto Muñoz: Dos poemas más de También los jabalíes enloquecen




El ojo en el paisaje
Salvo la muerte en el campo argentino


Un perro
mira

la voz de una perra amarilla
atada a su amo por piedad

su hombre
es dueño
de una carreta.

El perro mira
oliendo la carne conyugal
el jugo de su obesa hembra
sagrada:

los pelos
son de la tormenta.

La perra huye debajo de la carreta
el viento mueve el cencerro
el cencerro al buey

el buey
a la carreta

el eje
a la rueda
la rueda
al polvo

el polvo al ojo del amo
que mira
caer un instante de Dios

en las patas
del buey.

La carreta parte
entre glicinas al desierto
los perros detrás
asustados

sienten próximo
a un animal sin gente:

de la maleza avanza
el matrimonio de la sangre
la cabeza
de un delirio: un puma.

¿Un puma o una ciudad?

El puma
mira

mira un objeto familiar a la pólvora:
un arma

un arma que lleva una mira para que el ojo
sea un testigo blando que acierta

en otro delirio
que no es un caballo
sin embargo
rompe un ramaje

afuera o adentro

es la misma maravilla partiéndose
en la lengua
del aire.

El arma apunta
y el ojo del puma
va a descansar en la muerte del ojo del buey.

El hombre que dispara
es un asesino de detalles

cazador.

El puma obedece a la muerte que lo roza
la sangre salta como si un niño pateara
un tintero

el ojo del cazador
es una miniatura
una sombra adelantada.

El cazador deja su ojo en la mira
y se lleva el otro a su casa

que mira

a su mujer preparando un guiso

sobre las hornallas
una olla hierve pedazos de carne y papas.

Es habitual que la mujer pregunte por el día:
¿hay viento?
¿hay caza?

El cazador deja la escopeta sobre la mesa
y el ojo de la mira mira a la mujer
y apunta

no dispara

porque al igual que los ojos del buey necesita
de las manos de los hombros del cazador

la mujer mira
con un solo ojo
el otro ha entrado en el vacío
del ojo del cazador

come un trozo de carne sazonada y negra.

La mujer sale al llano
sus dedos conocidos se tocan el cabello

una estrella cae a lo lejos y ella pide un deseo
la estrella también cuando ve caer su mano de la
cabellera

nada se cumple
salvo mirar.

Esa mujer ha tenido alguna vez un amor que se
repite un amor que dice: en ti soy del mismo modo.

¿Qué es volver?
Nada se cumple salvo mirar.

El cazador es un hombre que no ha tenido otro
tiempo que el suyo seguido de su arma que se
repite: en ti soy del mismo modo.

Volver sobre el ojo se cumple.

Un ojo anda en el llano
el ojo de nadie

por el campo
en la noche
argentina

unos árboles quemados por el rayo

el ojo
pasa
por encima
de las plantas

por las moscas
pegadas a la cabeza
deshecha del puma

por el perro
que husmea
en el desierto
argentino

oliendo
la muerte

perdido
bajo la lluvia

todo ha terminado
por esa noche todo
ha terminado.

¿Habrá mañana
una perra
debajo de las carretas?



El ojo en la fe
Quien (Isaac)


Padre
me has abandonado.

Quién
está ahí
alzando
sobre mi cabeza
la misma
cuchilla
con que mi madre
corta
los panes

corta
el queso
de las
cabras.

Dónde estás
padre

que en este
abandono

veo caer
la ira
del dios

que no
tiene
fe en mí

me has abandonado
por el Señor
tu padre.

Soy el hijo
del corte

la cuchilla
de mi madre
sin fe

soy el hijo
de las cabras.



En También los jabalíes enloquecen
Buenos Aires, Araucaria, 1998
Blog del autor
Cortesía: Marisa Negri


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