Me pregunto cuál es la mejor forma de describir a Bilquis. Como una mujer que fue desnudada por el cambio pero que se envolvió en certidumbres; o como una muchacha que se convirtió en reina, pero perdió la capacidad que tiene cualquier mendiga, es decir, el poder de tener hijos o bien, como una señora cuyo padre fue una Mujer y cuyo hijo resultó ser también chica, y cuyo hombre de hombres, su Razzoo o Raz-Matazz, se vio obligada a su vez, al final, a ponerse el humillante manto negro de la femenidad; o quizá como alguien en las garras secretas del destino... porque ¿no encontró el lazo umbilical que sofocó a su hijo un reflejo, o un mellizo, en otra soga distinta y más terrible?... Pero veo que, después de todo, tengo que volver a mi punto de partida, porque para mí ella es, y será siempre, la Bilquis que tenía miedo del viento.
(...) y daba voces a sus hijas (cuando estaban presentes) para que se agarraran con fuerza a algo pesado, a algo fijo, a fin de que el viento de fuego no las arrastrara hasta el cielo.
El loo es un viento aciago.
(...) y daba voces a sus hijas (cuando estaban presentes) para que se agarraran con fuerza a algo pesado, a algo fijo, a fin de que el viento de fuego no las arrastrara hasta el cielo.
El loo es un viento aciago.
Loo: viento caliente, ola de calor, insolación (del inglés "lew", templado).
En Vergüenza (1983)
Traducción de Miguel Saenz
Barcelona, Plaza & Janés, 1997
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