17 de enero de 2009

Henri Michaux - Algunos días de mi vida entre los insectos





Aunque eran insectos y no hombres, decidieron enseguida que no podía estar solo y me ofrecieron una oruga de mi tamaño para pasar la noche.

Inesperado, la verdad, orugas hembras, pero todo era inesperado.

Su piel era de terciopelo, del más hermoso verde azulado, con islas anaranjadas, pero frías y peludas.

Fascinado, contemplé la procesión ondulante y perversa de las carnes repletas, que avanzaban regiamente hacia mí, reina y caravana.

Monstruosa compañía.

Sin embargo, cuando estuvo a punto de tocarme, con el ánimo de quien va a la guillotina, pero con el cuerpo consentidor, vencido, jadeante, me abandoné.
Acto seguido fue una veintena de centros musculosos y ávidos que asediaban mi ser desbordado.

Tempestad, larga tempestad, aquella noche.


Cuando por la mañana me desperté, agotado y al tiempo satisfecho como en mi vida había estado, me pareció que nunca más me atrevería a mirar a nadie y, al mismo tiempo, que a partir de ahora, al haber tocado fondo, podría mirar de frente a la naturaleza entera, a los animales, a la tierra.
[...]

Transcripción de Frente a los cerrojos, X
Traducción de Julia Escobar
Madrid, Pre-Textos, 2000


Foto: Henri Michaux, Paris, 1964 -by Gisèle Freund



1 comentario:

  1. me gusta mucho esta forma que tenés de esitar los textos que posteas, pero también mucho me gusta leer a micheaux a las 9:30, un domingo. un abrazo

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