Penélope, desde el alcázar del palacio, lo vio llegar a Itaca. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Habían transcurrido treinta años desde que Ulises partiera hacia Troya. Y ahora estaba de vuelta, débil, viejo, enfermo, arruinado por los padecimientos y las privaciones. Pero yo le prepararé un regreso glorioso, pensó.
—Tú —le dice a una muchacha— siéntate en mi silla e hila en mi rueca.
—Y vosotros —añade, dirigiéndose a los jóvenes— fingid ser los pretendientes. Y cuando él cruce el lapídeo umbral y blandiendo sus armas pretenda castigaros, simulad que caéis al suelo entre ayes de dolor o huid como delante del propio Aquiles.
Y la provecta Penélope de cabellos blancos, oculta detrás de una columnas, sonreía con desdentada sonrisa y se restregaba las manos sarmentosas.
(Omar Denice: Apostillas a los clásicos, Madrid, 1945)
Transcripto de Falsificaciones (2ª edición)
Buenos Aires, Calatayud ediciones, 1969
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
ResponderBorrar