Teme, alma, las grandezas,
y si no puedes doblegar tus ambiciones,
al menos persíguelas con cautela, recelosamente,
y, a medida que avances, vuélvete precavida,
conócete.
Y cuando al fin alcances tu meta, César,
cuando seas famoso,
ten especial cuidado al salir a la calle,
notorio por tu séquito y tu fama;
si por suerte algún Artemidoro , desde la
muchedumbre
se acercara trayéndote una carta y te dijera:
“lee esto al instante, contiene asuntos graves
que te conciernen”,
no dudes y detente, relega toda conversación y
asunto,
aléjate de la gente que ante ti se postra
(los verás más tarde), que hasta el mismo senado
espere,
y sin tardanza lee el mensaje que trae Artemidoro.
1911
Versión de Cayetano Cantú
Artemidoro era un maestro de filosofía griega en Roma y gran amigo de César. Ver Plutarco, Vida de César; Shakespeare, Julio César y Suetonio, Julio Cesar (LXXXI)
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