11 de marzo de 2007

Susana Thénon - Apócrifos posibles



Siempre fuiste soberbio;
siempre El Enviado termina por creerse
superior a Quien Lo Envía,
pero jamás soñé que pudieras decir
semejantes palabras
en momento semejante.
Si no saben lo que hacen
¿cómo puedo juzgarlos?
¿cuál es su culpa? ¿no saber?
Es como si dijeras: perdona a los borrachos,
morfinómanos y locos.
¿De qué habría de perdonarlos?
¿De qué habría que culparlos?
Yo te mandé precisamente con un fin:
Que supieran lo que hacían
para tener oportunidad, primero de culparlos y después de perdonarlos
o de no perdonarlos.
Fallaste, y es todo.
Y por este desliz desgraciado Tú y Yo no somos Uno,
somos apenas Dos
y después seremos Tres
y Cuatro
y Setecientos Cincuenta y Nueve
hasta que los que no saben sepan
y Yo pueda culpar
y juzgar
y perdonar.
Por ahora
-y te predigo que se arrastrarán largos tiempos-
seguirás colgado ahí
para escarnio de Nosotros
sobre miles de pechos,
entre miles de manos
que –te aseguro-
han de saber lo que hacen.


7/1/86

Susana Thénon, La morada imposible, Tomo II
Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 2004

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