Caballo, buen caballo que te acercas
tú no verás jamás lo que yo veo.
A acariciar el pelo de la infancia
vine con una llama en cada dedo.
Digo palabras, luz me da su aceite
y arde sin consumirse mi mirada.
La ciudad que se incendia llevo en mí
y en ella una mujer que hay que salvar.
Una alondra, una antorcha sosegada
hija de fuego que insiste en soñar.
El aire está repleto de soldados,
de muros, de caballos que se espantan
de galopes furiosos una chispa
bajo los cascos de la tempestad
y mi pecho revienta de metralla
y sólo con mi aliento abraso el bosque.
Hablo para la nutria y el visón
hablo para la sed y la laguna
hablo entre mí para apartar las vigas
y el pelo de la frente de mi niño
mi niño más azul que mil caminos
más puro en mí que el árbol en el viento.
Caballo, buen caballo que me escuchas
dime que me comprendes, buen caballo.
De Las fiestas solares
Cheval, cheval, beau cheval qui t’avances
Tu ne verras jamais ce que je vois
Pour caresser les cheveux de l’enfance
Je suis venu la flamme à chaque doigt.
Je dis des mots, je m’éclaire à leur huile
Et mon regard brûle sans consumer
Je porte en moi l’incendie de la ville
Et dans la ville une femme à sauver
Une alouette, une torche tranquille
Fille de feu qui persiste à rêver.
L’air est empli de soldats, de murailles
De soubresauts, de galops effarés
Une étincelle aux sabots de l’orage
Et ma poitrine éclate de mitraille
Et mon seul souffle embrase la forêt.
Je dis des mots pour la martre et la loutre
Je dis des mots pour la soif et l’étang
Je parle en moi pour écarter les poutres
Et les cheveux du front de mon enfant
Mon bel enfant plus bleu que mille routes
Plus pur en moi que l’arbre dans le vent
Cheval, cheval, beau cheval qui m’écoutes
Cheval, cheval, dis-moi que tu comprends.
Foto Sophie Bassouls, 1993 |
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