A Micheline Phankim
Dimensión que distiende, que aumenta, que se extiende a lo ancho, que me
extiende. Qué sucede, qué cede, música que me circunda, que me baña. La
cabeza llena de auroras, avanzo empujando puertas sin hojas.
No más cansancio. Arco iris de maravillas. La primavera es tan hermosa; la
mañana piensa en todas partes. ¿Es posible? ¿Es cierto? Una capa, una invisible
capa hizo desaparecer el mal, el inquietante, el interminable mal.
¡Felicidad! Ya no tengo que bajar.
Llegada, una nueva llegada. Fluye el río de las llegadas. Ya no hay más que
llegadas.
Flujo, flujo sin fin impugnando las restricciones, las delimitaciones, colmando,
colmando, mausoleo que también se hundiría. Sobre olas propuestas, olas mías,
olas suyas, olas viajando sobre olas.
Momentos, momentos sin rumbo, sin acotaciones, sin regresar, sin reunirse,
fluyentes, independientes.
Un momento tallo, un momento desarmado, un momento que pasa apurado. Un
momento precede, un momento se precipita, un momento llama, el eco de un
momento.
Un momento vuelve a pasar, abandona, se alinea, un momento después, un
momento se hunde, un momento pariente, un momento por revisar.
Un momento más.
Un momento en el mismo lugar, un momento del comienzo del desplazamiento
de uno mismo, un momento sacudido de arriba abajo, descubriendo un momento
oscuro.
Un momento de absoluto “no”, un momento más dudoso, un momento favorable,
favorecedor, acogedor, un momento maravillosamente concedido a mí, un
momento de necesidad de la rama dorada.
Un momento de viraje de proa, un momento estudioso, un momento todavía
ingenuo, un momento que solamente aprecia, un momento que remonta hacia
atrás, un momento que acechaba desde hace mucho tiempo.
Un momento que cambiará todo.
Un momento incomparable.
Un momento de paseo, un momento de regreso del paseo.
Un momento llamando a otros momentos.
Un momento al correr el agua, un momento en alas del viento, un momento
cayendo sobre el cúmulo de momentos.
Un momento escurridizo. Un momento que se perdió de vista. Un momento que
vuelve.
Un momento que ya volvió a partir.
Un momento que no avanza más. Un momento cargado de presentimientos.
Un momento que ya deja oír el pisoteo del tiempo.
Un momento que ante todo fue una laguna. Un momento en ruinas.
Un momento
que no se adhería a nada ahora resplandece.
Un momento aún por venir.
Un momento de otra vida.
Un momento estremecedor, un momento que más bien calma los ánimos.
Un momento intachable. Un momento verdaderamente nenúfar.
Un momento que atraviesa la ruta. Un momento que no insiste.
Un momento más bien errante.
Un momento al otro día de grandes momentos.
Un momento irritante, un momento que no quiere contar conmigo, un momento
que tiene el peso de un pétalo de rosa y que luego pesará como plomo.
Un momento como seguramente no habrá otro...
Nómades sin mí. Momentos, leves momentos en los barros rutilantes, animados,
minúsculos afluentes.
Ofrendas a nadie, voces sin sílabas, sonidos sin instrumentos, acompañamientos
que incesantemente cambian, música que brota.
Yendo, viniendo, sin fronteras, obstáculos fluidos a todo perfeccionamiento,
desprendiendo y desprendiéndose sin mostrar el desprendimiento.
Momentos, rumores, travesías del Tiempo.
De Momentos (1973)
En Antología poética 1927/1986 (bilingüe)
Selección, traducción y prólogo de Silvio Mattoni
Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2005
Foto: Henri Michaux, Paris, 1925, by Claude Cahun
¡Muchas gracias por compartir la belleza!
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