La lujuria
El águila ve como se borran gradualmente las huellas de la memoria helada
La extensión de la soledad hace apenas visible la presa que huye
A través de cada una de las regiones
Donde uno mata donde a uno lo matan libremente
Presa insensible
Proyectada indistintamente
Más acá del deseo y más allá de la muerte
El soñador embalsamado en su camisa de fuerza
Rodeado de utensilios efímeros
Figuras que se desvanecen apenas formadas
Su revolución celebra la apoteosis de la vida que declina
La desaparición progresiva de las partes lamidas
La caída de los torrentes en la opacidad de las tumbas
Los sudores y malestares que anuncian el fuego central
Y finalmente el universo con todo su pecho atlético
Necrópolis fluvial
Después del diluvio de los rabdomantes
Ese fanático de las nubes
Tiene el poder sobrenatural
De desplazar a considerables distancias
Los paisajes habituales
De romper la armonía acumulada
De tomar irreconocibles los lugares fúnebres
Al día siguiente de los homicidios provechosos
Sin que la conciencia originaria
Se cubra con el deslizamiento purificador del suelo.
De “Le Marteau sans Maître” (1934)
Versión de Aldo Pellegrini
El juicio de Octubre
Mejilla contra mejilla dos pordioseras en su desamparo rígido;
La helada y el viento no las han instruido, las han ignorado;
Niñas de intrahistoria
Caídas de las estaciones que dejan atrás, y allí apretadas de pie.
No hay labios que las traspongan, la hora pasa.
No habrá ni rapto ni rencor.
Y el caminante pasa sin mirada ante ellas, ante nosotros.
Dos rosas perforadas por un anillo profundo
Ponen en su extrañeza algo de desafío.
¿Se pierde la vida de otro modo que por las espinas?
Claro que sí: por la flor, los largos días lo supieron.
Y el sol ha dejado de ser inicial.
Una noche, el día bajo, todo el riesgo, dos rosas,
Como la llama a cubierto, mejilla contra mejilla con quien la mato.
Cuatro edades
I
El otoño para la hoja
El agua hirviendo para el cangrejo
Y el favorito el zorro
Ebrio sobre los hombros luminosos de la Actriz
Adherido al balcón naranja
Un ventisquero de rizos
Acampa en la ansiedad de mi corazón.
II
He estrangulado a mi hermano
Porque no gustaba de dormir
Con la ventana abierta
Hermana mía
Dijo antes de morir
Pasé noches enteras
Mirándote dormir
Inclinado sobre tu brillo en el cristal.
III
Apretados los puños
Rotos los dientes
Con lágrimas en los ojos
La vida
Apostrofándome empujándome y riendo a medias
Yo espiga anticipada de las siegas de agosto
Distingo en la corola del Sol
Una yegua
Me abrevo en su orina.
IV
Mi amor es triste
Porque es fiel
No interpela el olvido de los demás
No cae de la boca como un diario del bolsillo
No es flexible en la angustia que en común se arremolina
No se aísla en las rompientes de la península simulando pesimismo
Mi amor es triste
Pues está en la naturaleza turbada del amor ser triste
Como la luz es triste
La dicha triste
No has pasado libertad tus correas de arena.
Versión de Jorge Onfray
En Poemas
Recopilación y revisión de los textos: Miguel Zavalaga Flórez
Sin data de edición
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