De pronto hacía tanto frío que tuve que subirme el cuello de la chaqueta. Una y otra vez buscamos la causa y pasamos sucesivamente de una posibilidad a otra, pensé, que la muerte de Glenn era la verdadera causa de la muerte de Wertheimer, pensaba una y otra vez, y no el que la hermana de Wertheimer se hubiera ido con Duttweiler a Zizers. La causa, decimos más, se encuentra siempre mucho más profunda, y se encuentra en las variaciones Goldberg que Glenn tocó en Salzburgo durante el curso de Horowitz, El clave bien templado es la causa, pensé, y no el hecho de que la hermana de Wertheimer, a los cuarenta y seis años, se separase de su hermano. La hermana de Wertheimer es realmente inocente de la muerte de Wertheimer, pensé, Wertheimer, pensé, quiso achacar la culpa de su suicidio a su hermana, para desviar la atención del hecho de que nada más que las Variaciones Goldberg interpretadas por Glenn, lo mismo que su Clave bien templado eran culpables de su suicidio, lo mismo que, en general, de su catástrofe vital. Pero el comienzo de la catástrofe de Wertheimer se produjo ya en el momento en que Glenn Gould le dijo a Wertheimer que era el Malogrado, lo que Wertheimer había sabido ya siempre fue expresado por Glenn súbitamente y sin premeditación, como tengo que decir, a su estilo norteamericanocanadiense, Glenn hirió mortalmente a Wertheimer con su malogrado, pensé, no porque Wertheimer hubiera oído ese concepto entonces por primera vez, sino porque Wertheimer, sin conocer la palabra malogrado, hacía tiempo que estaba familiarizado con el concepto de malogrado, sin embargo, Glenn Gould pronunció la palabra malogrado en un momento decisivo, pensé. Decimos una palabra y aniquilamos a un hombre, sin que ese hombre aniquilado por nosotros, en el momento en que pronunciamos la palabra que lo aniquila, se dé cuenta de ese hecho mortal, pensé. Una persona así enfrentada con una palabra mortal así, como concepto mortal, no sospecha nada aún del efecto mortal de esa palabra y de su concepto, pensé. Glenn, antes aún de haber empezado siquiera el curso de Horowitz, le dijo a Wertheimer la palabra malogrado, pensé, podría determinar incluso la hora exacta en que Glenn le dijo a Wertheimer la palabra malogrado. Decimos a una persona una palabra mortal y, como es natural, no tenemos conciencia en ese momento de que, realmente, le hemos dicho una palabra mortal, pensé. Veintiocho años después de haberle dicho Glenn a Wertheimer en el Mozarteum que era un malogrado y doce años después de habérselo dicho en Norteamérica, Wertheimer se mató.
Traducción Miguel Sáenz
Foto: Thomas Bernhard with Dreissinger
Wien Stallburggasse 1988, by Sepp Dreissinger
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