La clarividente ha corrido su cortina con parchos
y me ha invitado a entrar en su recinto.
Donde un aire pesado trae olores
a salvia, a cera derretida,
a perfumes en frascos diminutos,
como si hubieran sido hechos
sólo para que ella los tocara.
Dos sillas y una mesa y muchas cosas,
los ángeles de Dios están sentados
a nuestro alrededor.
Yo no los veo,
ella los invoca y leo en sus ojos
los nombres de mis padres
y los nombres
de los que alguna vez fueran sus padres.
Veo que enciende la vela
mientras habla con los muertos
y pide que se acerquen,
pide verlos.
Sobre la mesa el vaso,
sólo un poco de tierra lo rodea.
El círculo del vaso es como un pequeño lago,
como un espejo de agua
donde acuden las imágenes.
Sólo tienes que fijarte para ver
la historia que el agua le cuenta
a la clarividente.
Allí, en el vaso
otro habla desde la muerte,
a tu espalda.
Escúchalo,
no es por gusto que escribe sin manos,
que dibuja suavemente esas figuras
en el agua quieta.
Liudmila Quincoses nació en Sancti Spiritus (Cuba) en 1975. En 1994 Un libro raro, obtuvo el Premio de la Ciudad, de Santa Clara y con Los territorios de la muerte en 2001 obtuvo el Premio Pinos Nuevos. En 2002 fue galardonada con el Premio Calendario por su libro Poemas del último sendero.
Fuente
No hay comentarios.:
Publicar un comentario