26 de junio de 2010

Jacqueline Goldberg - Poética






Arados los poemas,
arados los filos ya arados de una tarde en Estambul.

O en Bucarest, qué importa.

Igual nunca iré,
ya nunca más iré a otra envergadura que no sea propia.

La huida se forja en la cintura,
nunca en los pies, como creen los abandonados.

Jamás se cruza un río con las caderas adormiladas,
tampoco se hace uno reincidente de las frondas.

Por eso echarse a la porfía
conlleva el riesgo de legar flores o escrúpulos.

La esencia está en el poema que ruma infeliz.
Y el poema, más allá,
bestia vidriada, conjetura desertora,
siempre está de paso.






En Verbos predadores (2002/2003)
V.P. Poesía reunida 2006/1986
Caracas, 2007




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