¿Qué es más verdadero en una autobiografía que en cualquier otro relato?
¿Que no nos alejamos demasiado? ¿Que trazamos los círculos e otra manera, más próximos y parcializados?
¿O tan sólo que "yo" es realmente yo, y "él" realmente "él"?
Cierto es que lo inventado puede ser más riguroso, pero antes ha de empezar de forma abierta. Y precisamente esta arbitrariedad es imposible en una autobiografía. El principio es el nacimiento, que no depende de uno mismo. Como no sabemos nada de él, sólo podemos arrancar en el punto sobre el cual sabemos algo, y ese punto ha sido desde siempre el mismo.
Lo repentino de la invención, su ventaja, es también su arbitrariedad. Es precisamente atenerse, hasta donde se pueda, a aquello que se considera la verdad. Es ella lo importante, y por eso escribimos esta vida propia (Hampstead).
Apunte de 1970 coincidente con la decisión de iniciar La lengua salvada.
Elías Canetti, La lengua salvada, Prólogo de Ignacio Echevarría
Barcelona, Random House Mondadori, 2005
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