[...] Y no vigilé la construcción del Cono en el bosque de Kobernauss mismo, sino desde la buhardilla de los Höller. Tenemos que estar tan lejos como sea posible del escenario de nuestro pensamiento para poder pensar como es debido, con la mayor intensidad, con la mayor claridad, siempre sólo a la mayor distancia posible del escenario de nuestro pensamiento, en Cambridge el pensar sobre Altensam se convirtió en el más claro pensar posible sobre Altensam y, a la inversa, en Altensam en el más claro posible sobre Cambridge. El problema es siempre cómo llegar al punto más alejado del objeto que tengo que pensar y repensar, para poder pensar y repensar del mejor modo ese objeto. La aproximación al objeto es, cada vez más, la imposibilidad de repensar el objeto al que nos acercamos. Entonces nos vemos absorbidos por el objeto y no podemos repensarlo ya, ni siquiera lo captamos. Y así yo, porque en el fondo no quería practicar otra cosa que el pensar y repensar en mi escenario, Altensam, Austria, etcétera, tuve que irme a Cambridge. En ese sentido, mi trabajo científico en Cambridge no fue nunca más que la posibilidad de reflexionar en Cambridge sobre el escenario que me interesaba más, de poder elaborar en mi cabeza Altensam y todo lo relacionado con Altensam. Para poder repensar una cosa hay que adoptar la mayor distancia posible de esa cosa, o sea, la posición más alejada posible de esa cosa. Primero, la aproximación al objeto como idea, luego, la posición más alejada posible del objeto al que primero, como objeto, nos hemos acercado, para poder juzgarlo y repensarlo, lo que, como consecuencia, significa la disolución del objeto. El repensar consecuentemente un objeto, cualquiera que sea, significa la disolución de ese objeto, el repensar Altensam, por ejemplo, la disolución de Altensam, y así sucesivamente. Pero no pensamos nada nunca con (y en medio de) la máxima consecuencia, porque entonces lo disolveríamos todo. Porque entonces no hubiera podido concluir el Cono, como dice Höller, concluir. Höller no ha cambiado ya nada aquí, desde mi última estancia en la buhardilla de los Höller, así Roithamer. [...]
Transcripción de Thomas Bernhard, Corrección (1975)
Traducción de Miguel Sáenz
Madrid, Editorial Debate, 1992
Cómo me gusta la escritura de Thomas Bernhard, lamentablemente tengo solamente tres libros: En las Alturas, Hormigón y El sobrino de Wittgenstein. No consigo otra cosa en ninguna librería.
ResponderBorrarSollozo: no tengo "Hormigón", como tampoco -y éste sí que es imposible- "El imitador de voces".
ResponderBorrarEl día que lo consiga en papel o digitalizado te llamo y organizamos una orgíabernhard, de ésas tan optimistas y dicharacheras a las que su obra conduce.
Buscá en Ignoria para descargar:
BERNHARD THOMAS - Así en la tierra como en el infierno
BERNHARD THOMAS - El sobrino de Wittgenstein
BERNHARD THOMAS - El aliento
BERNHARD THOMAS - El frío
BERNHARD THOMAS - El origen
BERNHARD THOMAS - El sótano
BERNHARD THOMAS - La fuerza de la costumbre (teatro)
BERNHARD THOMAS - Sí
BERNHARD THOMAS - Un niño
Un abrazo