[…] El estado de admiración es un estado de debilidad mental, dijo Reger ayer, en ese estado de debilidad existen casi todos. En ese estado de debilidad mental entran todos también en el Kunsthistorisches Museum, dijo. La gente arrastra pesadamente su admiración, no tiene el valor de dejar su admiración abajo del guardarropas lo mismo que el abrigo. Por eso se arrastran penosamente llenos de admiración por todas estas salas, dijo Reger, de una forma que le revuelve a uno el estómago. Por la admiración no es distintivo del, así llamado inculto, muy al contrario, en medida terrible, incluso realmente aterradora, lo es sobre todo de los llamados cultos, lo que resulta mucho más repulsivo aún. El inculto admira porque, sencillamente es demasiado tonto para no admirar, pero el culto es para ello demasiado perverso, dijo Reger. La admiración de los llamados incultos es totalmente natural, la admiración de los llamados cultos, sin embargo, una perversidad francamente perversa, dijo Reger. Mire usted a Beethoven, el depresivo crónico, el artista estatal, el compositor de Estado por excelencia, la gente lo admira, pero en el fondo Beethoven es un personaje totalmente repulsivo, todo en Beethoven es más o menos cómico, escuchamos continuamente un cómico desvalimiento cuando oímos a Beethoven, lo retumbante, lo titánico, la estupidez de la música militar hasta en su música de cámara. Cuando escuchamos la música de Beethoven, escuchamos más estrépito que música, la marcha militar sordamente estatal de las notas, dijo Reger. Escucho algún tiempo a Beethoven, por ejemplo la Heroica, y escucho atentamente y entro realmente en un estado filósoficomatemático y me encuentro durante largo tiempo también en un estado filosoficomatemático, dijo Reger, hasta que de repente veo al creador de la Heroica y se me rompe todo, porque en Beethoven todo marcha realmente al paso, escucho la Heroica, que al fin y al cabo es realmente una música filosófica, una música totalmente filosoficomatemática, dijo Reger, y de repente todo se me estropea y se me rompe, porque, mientras los músicos de la filarmónica tocan tan naturalmente, en un instante oigo el fracaso de Beethoven, oigo su fracaso, veo su cabeza de marcha militar, comprende, dijo Reger. Entonces Beethoven me resulta insoportable […]
Transcripción de Maestros antiguos
Traducción Miguel Sáenz
Madrid, Alianza Editorial, 1991 (pp. 79-80)
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