20 de junio de 2008

Patricia Damiano - Ajedrez (relectura de antiguos textos)




Mueven blancas: me saco el anillo, voy de andén en andén, la higuera ya no florecerá, torre avanza hacia el rey inmóvil, una gota se cuela y es sal perpetua en los labios. Volvamos sobre el silencio de los labios. Un pájaro ha cosido su sonrisa a la estaca. Mueven negras: el frío entra bisturí cadalso entraña pertenencia. Qué soy. Una mirada en la guerra, un ojo que la revolución construye cuando el hambre. Artificio o transmigración, la rosa estruja sus espinas en la garganta de la madrugada. Mueven blancas: la inicial del vacío. ¿Has leído la música griega? Se suelta de su carnadura, Pat, para resistir. Un caballo corcovea su imperioso don. Avanzan negras: alfil desde el fondo de la noche; lleva máscara. El chacal atisba, bajo las nubes. Hay dioses observando. El chacal espera una víscera, una, sobre la arena.

En el tablero ha quedado sólo un corazón.

Mueven blancas.

Una pieza ha caído sobre el tablero de mármol blanco y negro, bajo las ojivas. Es frío bajo los pies que no vacilan. Burzum, desde el precipicio. Es tiempo de las negras, sangre en las paredes y en mi túnica. La música reúne los despojos. Mi pie se adelanta, descalzo. Es tan pálido, lleva un hilo de oro en el tobillo. Deja la huella murmullo herida en el desierto.

Grito.

El estertor silba. Un águila se posa en la ventana pequeña y mira hacia dentro. La habitación resbala. No hay jardín. Mueven blancas. Sobre la pared, apenas yo, desleída en el pasado, construida, potente. Detestada como se detesta en estos casos.


Buenos Aires, marzo 2002


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