En Gesta (1919)
Sobre vuestros disfraces arrugados
yo nevaré mis versos
*
La novia que me espera
se ha amputado las alas
*
Como péndulos
lentos
del ocaso
los pueblos olvidados tocaban a muerto
*
Entre mis dedos
ríe el mundo transparente
*
Todo lo voy contemplando
a la luz soñadora de mis manos
*
A la luz de mis dedos
que arden como cirios
los veo
En Preludio, aria y coda a Gabriel Fauré (1941)
Sube lenta la luna
y enamorada de ella va la ola.
En La luna en el desierto (1948)
Es la luna ayudando en el desierto,
la luna, la hermosísima, enlunando,
de su único pecho canceroso
criando en blanca soledad de ayuno
y hambre al desierto, al pálido desierto
que es el siglo de Adán, siglo de génesis
y de éxodo enorme y amarillo,
castigado a slair de la penumbra
del verde paraíso, encubridora.
*
Entre los dedos pálidos, la muerta
arena áspera y fría, polvo abstracto,
se escurre sin saber que es ahora símbolo
-divina medición y humano plazo-.
*
Ya duerme el hombre, polvo sobre el polvo,
blanco de luna llena y calatravo.
*
En ti he aprendido el lecho solidario
de los sueños rebeldes e imposibles
y la infinita lunidad de todo.
En Segundo sueño (1952)
Qué soledad maestra y sin indultola del ser en su ser. Naturaleza,
naturaleza, ay, desmesurada
madre, princesa y flor del abandono,
flor frutecida para holganza estéril.
Y sigo caminando, sonriendo
de sentirme en mi ser, ser para nadie,
ni para mí ni para aquella nube.
En Estoy oyendo cantar a un mirlo (1955)
Un mirlo con su picoPero es un mirlo.
clava -exactamente superpuestos- todos los siglos.
Madrid, Alianza editorial, 1980
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