La mirada negra
resiste el homenaje
de los que
envejeciendo
juegan
con los duelos.
Digo tu nombre
sin heridas
y camino invisible
junto a tu orilla
de inocente náufrago.
***
***
Pesadilla
Desgarra
las rodillas
del sueño
y lo cabalga.
Una cabeza
de silencio
come las almohadas,
me mira
con aliento
de huida.
***
***
Lobo entregado
al clavo
de mis dientes
El viento
abre las puertas,
los solitarios
rezan
y toman
un café
ante el hombre oscuro
que desnuda
el saxo.
***
***
El viento
abre las puertas,
los solitarios
rezan
y toman
un café
ante el hombre oscuro
que desnuda
el saxo.
Oscilan las lámparas
De la memoria.
Hurgan en los bolsillos
un delito
un amor.
***
En el borde
del silencio
tu boca ociosa
puntual
calla la desnudez
de un amor
sin pacto.
***
Graciela Quintana, Córdoba -Argentina-, 1952
***
La hija del maíz
recoge la semilla
y el semen en canastos.
Quema a sus dioses
con chalas
y vestidos.
Se han templado
las cuerdas
con aliento
de hierro.
Desde al arco
sepultan
desnuda
a la serpiente.
Graciela Quintana, Córdoba -Argentina-, 1952
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