Vigilia
admito la ficción
he buscado un fruto púrpura
secular
he sobrevivido al desconcierto de tu plaza
la tiniebla no lo sabe
ámbar ojos perdidos en la torre los pájaros
cuando de un precario borde ha partido la nave de Ulises
hube urdimbre siempre por lo distinto
y en la oscuridad otra la trama
perpetua
en la alcoba el gato espía el veneno
los demonios persiguen a la virtuosa
corceles acuden
de este mundo verde un fragmento
la noche única de los tréboles
mientras un hombre indaga mi lloro varado en el mar
ya el viento del norte sobre él
la tempestad cae
sobre los mortales que no trenzarán mi cabello
altivo en la vigilia
Abolengo
I
la paria ronda la propia
torre
deriva de esa nube
sigilosa
que todo dijo
y nada
elige un atajo
extranjera
y olvida
II
la paria
de ronda luna
ronda y busca
la otra casta
de ronda luna y estirpe
la torre se enciende
III
la paria
oculta su ronda
la mentira frágil
único tesoro
Inventario
una blasfemia a cualquier hora
una ronda cuando amanece
un breve adiós a la filosofía, un reencuentro en el borde próximo
una pesadilla, el vástago, el catecismo
un seductor cuando Hamlet
una sequía si te has ido
una sequía si me voy
un diamante en la alcantarilla
el deseo
otro umbral
una lástima de padre muerto
una aguja para mi sien
El invitado
que no era la rubia ni mis ojos celestes
supe
y del odio
y del pájaro supe sabíamos
en el balcón
su guitarra ausente, la ausente insidia, la muralla
enferma
y al Este
la jaula
su misa, el sol mío
vertical la túnica
ofrenda
sin voz el réquiem
barrio que fuiste, buenos aires
era
si el candor
árbol de juguete
alter town
Antes de las mieses
la yema del universo
soles arcaicos
expansión en tu ritmo
burbujas umbrías el instante del lugar no lugar esta farsa
trama en la hiedra de mi mano
verde pez si procuro el sigilo
el ansia
escucha la piel y arde
rojo y hez y angélica
sonrisa
abrázate de mí, dijo el dolor, el de las otras, la mía, tu dolor
y el salto, amarilla salté quise caer quise
el pasaje
residuo antes del feroz abolengo
una
forma
de
pérdida y perdida runa
el cuerpo que éramos
y ya no lloraré
aunque
arcano
fragmento
espada que hundo en la luna
juguemos con blancas
fuimos la reina
y rey
y alfil idiota
el tablero apurado el idiota juego
bajo la túnica un hilo de oro corroe el tobillo enfermo
mueven negras
y acá
destella la tiara inmerecida
no conocías mi signo
diadema maldita cruz de laureles
una horca
la pira el fuego que no tuvimos
la pira
la encendida criatura que no ombligo
la pira la beata pira
que
hubimos
antes de las mieses
a C. D. Escudero
Lot
Peregrino
en tu hora
mi hora
la que fue
tu ahogo, mi presa
en la inocente
fronda
He de partir: todo ha sido
la hembra
cautiva
roja
que dijo sin decir
la sal
Natividad de mi hermano
el mutismo
el autista
la rabia
todas las promesas
la palabra que nunca dijo
ni dice
es la navidad
la natividad de mi hermano
el árbol que renace con sus muñequitos
la
piel cancerosa
el lirio ausente
jueguen los dioses al deleite
celebren
la noche pagana
mientras
inventamos un fresno druida
que apacigüe
esta túnica
final
tu espanto
la crisálida
el enorme cielo encendido
que nos desconoce
La playa
Las serpientes iluminan el río, sobre tu costado verde y en el centro.
Un caballo salta al espacio para que domine su sueño amarillo.
Hay un gato cerca de la leña
para conocerte
y un caballo muriendo solo, en la playa.
Y luego
existe
esa fatal rueda: caballo y pez y luz marina
y el caballo y la leña
y un gato
y el sueño amarillo en el borde del agua
roja.
Travesía
se abrió el horizonte
y la noche cayó como un buey muerto
y entonces soy el buey
arañando las nubes de mercurio en brutal regreso a la mitad de mi norte
a su mitad expuesta a la carcoma
soy el buey
no el durazno
no el grito que expandía las galaxias
soy la aceptación de todos los designios
no la que fui en el primer sueño
soy la que seré, buey muerto y piedra
acepto la caída
tras el muro
pero conmigo llevo tu horizonte de travesía griega
El trébol polvoriento de las horas perdidas
cuando
la
tarde
me
suspende
reescribo
los silencios
que
con el sol
dibujan
la horca
horca final
sabés
hermano
el dibujo de todas las noches
si el infierno no es navegable
un resplandor es sospecha
flores rojas, tu sepulto
costilla quebrada
y si la pupila es boca, fraterna idiosincrasia, es o era, qué importa
una manzana
huiremos por el infinito cadalso
compramos cerrojos
para la torre
no la de Segismundo
sí la del trébol
polvoriento
de las horas
perdidas
cáscara
carcoma
rapiña
esfinge
carcoma en el ombligo del tedio, el tedio del mundo
cáscara
rapiña
un universo todos
decime de qué mierda estoy hablando
amigo mío
los pájaros muertos
tantas veces dije quiero vivir
morir
morirte, ahora, cuando todo es
que me mueras, dije, ahora, vivirte cuando es todo férula
que me mueras, dije, llena de diamantes
llena de méritos
tuve tu sal, tengo
sal quiero
vamos a por tu salto
todavía
toda vida
sos lo que quise quiero querré habitar
el relámpago
la sed
llenos de mérito
la pasión única
su actualidad, el pájaro que amanece
tu bosque
mi lloro para los pájaros muertos
Europa
Escribir el sueño de Ahab, soy el blanco. Leer la carta, escondida en un recinto, fragmentada. Escuchar la canción cuando la noche me separa de lo obvio.
Ayax.
Héctor.
Aquiles, cuando la ira.
Las doradas grebas.
Helena, traidora. Prometeo perdonado y Eva exiliada.
Ifigenia, sola en la pira.
Sor Juana, cantando su carne. El Cristo, ignorante, yo te saludo María.
Zeus, su mal gusto. Padre, pater, patricia.
Y Danae supo de mi fuga, de mis fugas, de la turbación.
Volví a Diógenes Laercio. No sé para qué. Nunca se sabe para qué, y vos que pensabas enamorarte de mí, tan renacentista yo, tan mísera.
Acá estoy, con un cesto de laurel en los brazos y esta iniquidad.
A las tres de toda noche
he visto la plaza donde
mordías mi talón
has visto todo
te he mirado
una pequeña fracción del caos
tu hemisferio
luego esta herrumbre de no saber casi todo
la pregunta que no se expone
impudicia a las tres de toda noche
si llamo por agua
por mis aguas
por tu arena criatura
dije, tarde, tu arena criatura
a las tres de toda noche
si bálsamo
si brasa
el volumen de tu letra, una víscera
cautiva
que
a veces sé
relámpago
guerra criatura, los saltos
de tu luz
arena cuando los pájaros
bestia a las tres
El olor del dolor ido
Es a vos a quien miro
No me digas tu nombre
Prefiero el sol de la siesta
cuando yacías
césped
olor del dolor ido
del humor
del pan
de la mano en mi mano de nuez
la llama
que
abortó esa tarde
cuando volvíamos
del agua
de noches antiguas
de tu noche
de tu olor a sueño
Prefiero el olor de la siesta
el olor del dolor ido, mi pelo tan suelto
que se diría
terminal
animal
animal, a nuestros ojos
olor de madrugada, si era el cuchillo
pájaro que desnudó ser tu desorden
la has visto casta
y
con su túnica
ellas decían el silencio de la serpiente
si descalzas
esa noche, en la tierra, la sangre
vamos, hermanas sólo un pacto
es
la bitácora
la sola clave
que nunca sabrás
ni diré
no
diré
no
ya
la copa que consagramos
ofrenda salvaje
el pájaro que nos trina
la hez
de
la hez
de la hez
de otra madrugada
Aldebarán, a la medianoche
Alguien escribió por error la sentencia:
la noche acantilada
la música
lo que no nace
Si regreso
he de vestir el luto de la montaña
tu forma del amor y de la muerte
una resistencia que te abarca
y no abarca
y es la verde montaña
que visto de luto, que vestiré de luto verde
cuando regrese a la noche acantilada
a la música
a lo que claudica.
Y si no regreso al sol tuya será la torre,
otra sentencia:
una suite para cello que azula este costado
esa mano en la montaña verde del luto
lacrimosa
cuando la tarde no claudica
Lo que no nace, si cuello sin norte, tras el luto
te sabe
La pasión que no dice
las explicaciones de las explicaciones de las explicaciones no dan en el centro de la intención
juguemos de acá en más a ser más tenues
sólo tenues en la caída
qué decís y qué no decís cuando ya has dicho
cuando ya hemos dicho
cuando la perspectiva le ha ganado a la especie/versión/almíbar que no debe decirse
a la pequeña pasión que no debe decirse
a la gran pasión que no se dice porque la regla lo prohíbe
juguemos otra vez
la sola intención no merece
la intención dice que somos risibles y no somos risibles –y de verdad somos, amigo-
que si sentencio inocente me decapitarán, oh, deus, oh esquina ínclita, oh especial abrazo, oh arena
hemos fracasado, ilustremente
fracasamos
con todos nuestros títulos
si hemos dicho creo en o no creo en o ellos son malos o ellos son buenos
la
vida
en
la esquina
es
impoluta
es, sabemos
a-política
a-religiosa
a-todo, la no vida
por eso, amigo, chacal sin exterminio,
sos lo que sos o creés que sos
y yo
sólo
un
pequeñito
escombro
lleno de diamantes
de
otra
vida
de
esta
otra vida
que
dice
ser
pat
Texto incesante
del color insomne
dije
no nos pertenece
hilo de oro, el tobillo blanco, la túnica que desconozco
tu ojiva
criatura
los leopardos que mueren en la llanura
has visto
cuando la hiedra se enamora del cielo
y queríamos el cielo
y la hiedra
dijo
que no existimos
tocame el pelo
y la cintura
enamorada del muro
los pájaros
que nos dicen
no
nunca
jamás nuestra mesa
el vino
la concesión
el texto incesante
Imagen: Nelson Olivera
Me gustaría editar en mi espacio algunos poemas tuyos. Tómalo como una vindicación. Y también como un acto de fe. Aunque puedes tomarlo como un placer privado, o una reconciliación con lo que quise y no supe decir.
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